Era uno de tantos viajes que había realizado ofreciendo mi vehículo con blablacar, de Madrid a la costa de la costa a Madrid, buscando siempre economizar mi trayecto y compartiendo así los gastos de combustible. Este sería muy diferente, este cambio mi vida.
Quedamos en un punto concreto y allí acudieron los tres con quien había contactado a través de la aplicación, Andrés que se puso de copiloto que olía a hierba y precisamente no era jardinero, detrás de mí iba Joaquín un estudiante de tercero de medicina, y a su lado Pilar una encantadora y reservada muchacha.
Nos dirigíamos a Peñiscola ese encantador pueblo con una silueta cual barco varado en el mar, ese que habito el Papa Luna.
Desde el principio el copiloto tomó la voz cantante, era un tipo acrata, insurrecto, agnóstico, y anti vacunas, nos esperaban unas clases magistrales de un sabio de nada, osea una chapa de viaje, solo interrumpida en dos ocasiones en dos gasolineras para comprar refrigerio y visitar los WC, y para el sabio fumar su medicina para un alma trastornada y un cerebro alterado por el gusanillo del cannabis.
El caso es que todos lo oíamos pero no lo escuchábamos, de vez en cuando el estudiante de medicina resoplaba cuando tocaba el tema de las vacunas, pero sin más.
Yo miraba por el espejo retrovisor a Pilar y encontré en sus ojos una conexión con los míos,y nuestros iris se hablaron durante todo el trayecto sin que el sabio, ni el estudiante, se enteraran de lo que allí se estaba cociendo.
Si dejar de vista la carretera, de vez en cuando miraba esos ojos a los que les daba el sol y tenían un brillo infinito y me seguían hablando, me enseñaban un alma transparente a la que yo estaría gustoso de adosarme, porque nadie me había hecho sentir semejantes cosquilleos en la barriga y en los pies.
Seguimos hablando durante el resto del recorrido de iris a iris.
Y después de dejar al sabio en un punto de Peñíscola, y al estudiante en otro, nos quedamos los dos a solas, y en un momento dado sabiamos ambos que con el mar de testigo nos besaríamos con pasión, y así fue, así me adose a su alma bella y me grape a su corazón.
Bendito blablacar que me hizo hallar el amor de mi vida.
Luís Miguel De Torres.
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