La señora del asiento de atrás

La señora del asiento de atrás

Merry

28/09/2024

Entre todas las pasajeras sumábamos 130 años. Yo sola, la mitad. Si, la mayor 24, la amiga 22 y la jovencita sentada a mi lado,19. ¿Y yo? Haz la resta.

La conductora y su compañera iban a ver a su familia a su pueblo, el de la plaza donde un toro corneó a Paquirri dejando a la Pantoja como viuda de España y a Pozo Blanco en la memoria de muchos españoles como una localidad conocida por esa tragedia. Lo hacían con la gracia y desparpajo propios de su orígenes andaluces. A la más joven, sentada atrás a mi lado, no le sonaban ni el pueblo ni Paquirri. Yo sonreía.

Esta jovencita de 19 años, en el asiento de atrás conmigo, móvil en ristre, una vez hechas ya las primeras presentaciones, me dijo que iba a mandar un whatsapp para decir que una señora iba también en el coche y así su madre estaría más tranquila. Me hizo ilusión que acompañarla fuera algo positivo, una señora no era la persona que ella esperaría. Compartió el motivo de su viaje a Salamanca. Su amiga acababa de empezar la carrera e iba de finde a conocer la ciudad y la vida universitaria. ¡Qué bien!.

Yo, la señora del asiento de atrás, iba a ver a mi hija. Llevaba una bolsa con algunos de los regalos de Navidad que ella no pudo llevarse cuando volvió al trabajo después de las vacaciones: un vinilo de Janis Joplin, una edición especial del Quijote y varios tupper con comida casera. Esto último les pareció estupendo. No conocían a Janis Joplin y pocos vinilos habían visto en su vida. En cuanto al Quijote, creo que no sería un libro, por buena y vistosa que sea la edición, que ellas comprarían. Pero lo de música y lectura sí les pareció buena idea.

Por turnos fuimos contando cada una un poco más sobre nosotras y todo era, al menos para mi, muy interesante. La conductora concentrada en la carretera, prudente y atenta a la conversación, habló menos. Compartimos miradas y sonrisas por el retrovisor. La compañera – ¡qué salada! – contando sus cosas, su forma de ver la vida, su trabajo y ¡ese acento! … La conversación era tan amena que la jovencina estuvo durante un buen rato sin mirar el móvil, prueba irrefutable de conversación amena e interesante.

Viajar me gusta y hacerlo con estas jóvenes fue fantástico.

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