Imagina un viaje en coche compartido desde Madrid hasta Barcelona. En el coche, un grupo de desconocidos con personalidades muy distintas: un estudiante universitario con una risa contagiosa, una señora mayor con un montón de anécdotas de su juventud, un joven ejecutivo muy serio y tú.El viaje empieza de manera tranquila, cada uno sumergido en su propio mundo. Sin embargo, a mitad de camino, el estudiante universitario decide poner música a todo volumen. La señora mayor, al principio un poco sorprendida, se anima y empieza a cantar a todo pulmón las canciones de su juventud. El joven ejecutivo, al principio incómodo, termina uniéndose a la fiesta y hasta se atreve a hacer unos pasos de baile.De repente, el coche se avería en medio de la nada. Todos se bajan y empiezan a buscar una solución. Mientras tanto, la señora mayor saca un termo con café y unos bocadillos caseros. El estudiante universitario intenta arreglar el coche con unos conocimientos básicos de mecánica que aprendió en YouTube. El joven ejecutivo, por su parte, llama a una grúa.Después de unas horas de espera, la grúa llega y el coche es llevado al taller más cercano. Mientras esperan, deciden pasar la noche en un pequeño pueblo cercano. Alquilan una casa rural y preparan una cena con los ingredientes que han comprado en el pueblo.
La noche es larga y llena de risas. Comparten historias, anécdotas y sueños. Al día siguiente, el coche está arreglado y pueden continuar su viaje. Al llegar a Barcelona, se despiden con la promesa de mantenerse en contacto.
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