Adoro el cortado en el «Cráter Café». ¿Cómo puede cambiarte tanto la vida compartir un viaje en un Seat Ibiza? Empezaré por el principio.
Lunes, 30 de septiembre de 2027. Han aceptado mi solicitud en BlaBlaCar. A las cuatro me recoge un tal Víctor. Parece guapetón. Dice que le gusta hablar. Nunca imaginé que se convertiría en mi jefe de tripulación. «¡Oh, capitán, mi capitán!».
El trayecto transcurrió tranquilo hasta que mencioné mi profesión:
-Soy médica de Urgencias, le dije.
-¡Ah, qué interesante! Justo andaba buscando una médica para un proyecto largo…
– ¿Sí? ¿A qué te dedicas?
– Bueno… Digamos que soy explorador aficionado. Si te interesa trabajar fuera, cuando deje al resto, te comento.
Así fue como descubrí que apenas quedaban unos cuantos años para que desapareciera el mundo tal y como lo conocíamos.
Víctor me contó que provenía de una familia acaudalada y bastante excéntrica. Su hermano Héctor, ingeniero aeronaútico de la NASA, había diseñado una nave innovadora con una misión muy específica: seleccionar a un grupo reducido de personas altamente cualificadas para construir una micro sociedad nueva en los túneles de Marte, que salvase a la humanidad de la extinción.
– ¿Me estás diciendo que la temperatura global va a subir 10°C y que no van a hacer nada para impedirlo?
– Exactamente, Delia. El «Proyecto Zeta» lleva años en marcha. Secretamente, claro. Siéntete afortunada.
Menudo payaso, pensé. Le dije que no estaba interesada pero que, si el mundo comenzaba a venirse abajo, me llamara.
Entonces, todo empezó a desmoronarse… Primero llegaron los terremotos, luego el gran tsunami, las erupción volcánicas en cadena, el avance del desierto a lo largo de toda Europa y, por último, la caída de un meteorito de más de quince kilómetros de diámetro en Moscú. Los cortes eléctricos se hicieron diarios, las políticas de sequía asfixiaron a las clases bajas y todo empeoró tras la prohibición de Internet y el levantamiento de grupos armados.
Una mañana me sonó el teléfono. Era Víctor.
– Hola, Delia. Qué, ¿cómo te va? ¿te apetece un viajecito extratosférico?
Dos semanas más tarde estaba volando rumbo a Marte. Seis meses después vivía en una cueva a 15 metros de profundidad con un sistema de oxigenación circular. Un año más tarde había montado la primera empresa de ambulancias intergalácticas: «BlablaEmergency». A los siete años estaba pariendo una preciosa niña interespecie: mitad humana, mitad uraniense. Se llamó Victoria.
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