Rumbo a lo inesperado

Rumbo a lo inesperado

Gema Calero

26/09/2024

La monotonía de tener que coger el coche para viajar por trabajo la estaba consumiendo: los atascos, los malos conductores, las mismas canciones en la radio… Sentía que se le iba la vida en el coche. Las jornadas de trabajo ya eran agotadoras, pero los interminables trayectos parecían consumir la poca energía que le quedaba.

Hasta que apareció BlaBlaCar y no sin miedos, publicó su primer viaje. Juan, Alicia y Fátima se unieron a ella. Al principio estaba nerviosa. ¿Cómo serían? ¿Llegarían puntuales? ¿Tendrían temas de conversación? Las dudas se cernían sobre ella, y a medida que se acercaba la hora del viaje el nudo en el estómago crecía, y una parte de ella se arrepentía de haberlo intentado.

Alicia fue la primera en aparecer y le habló con desparpajo; se notaba que no era la primera vez que hacía esto. Fátima se unió enseguida y no tardó en sumarse a la conversación. Empezaba a relajarse, pero aún sentía una tensión latente en el ambiente. Juan tardó algo más en llegar, y pidiendo disculpas mil veces, se quedó un poco avergonzado. Fue entonces cuando se metieron en el coche.

En ese momento, todo le resultó extraño. ¿Qué se suponía que debía hacer? El miedo de incomodar a sus pasajeros la invadía. Sin darle muchos más pensamientos, puso la radio sin mucho afán, esperando que esa distracción rompiera el hielo. El locutor estuvo hablando un rato, y después dio paso al momento que cambió su vida. Empezó a sonar su canción favorita. Al escuchar las primeras notas, algo dentro de ella se soltó. Empezó a cantarla, aunque algo tímida, pero se dio cuenta de que la sensación de incomodidad iba desvaneciendo.

Entonces, por el retrovisor, vio a Juan tarareando, tímido, y le dijo:

— ¡Eh! ¿Te la sabes?

— ¡Por supuesto, me encanta! La escucho todos los días.

Fátima y Alicia añadieron casi al unísono:

— ¡Yo también!

En ese instante, algo cambió por completo. Subió el volumen de la música, y todos empezaron a cantar la canción, motivados y alegres. Las risas y las voces entrelazadas con la música, borraron cualquier rastro de la ansiedad inicial. Después de la canción vinieron las conversaciones y así fue como un viaje de una hora y treinta minutos se convirtió en uno de diez.

Pero, sobre todo, así fue como los trayectos que antes odiaba se transformaron en algo que esperaba con ilusión.

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