Sucedió en un coche.

Sucedió en un coche.

Angela GM

03/11/2024

Las gotas de lluvia golpeaban cada vez más fuerte sobre la ventana, las nubes cubrían el cielo y el callejón al que me había enviado el GPS se oscurecía por momento. Llevaba más de veinte minutos esperando a la persona con la que compartiría las próximas dos horas de viaje hasta Madrid.

Revise nuevamente el móvil, nada. Ni un mensaje disculpándose del retraso. Maldito sea el momento en el que le hice caso a mi primo para ahorrarme unos euros de gasolina compartiendo coche con Blablacar.

Tres golpes a la ventana, sobresalté sobre el asiento, me lleve la mano al pecho y bajé despacio la ventanilla.

“¿Carlos?” Preguntó con miedo en los ojos.

Asentí casi por inercia, aún tenía el susto en el cuerpo.

La chica dio la vuelta al coche y se subió de copiloto, tenía el abrigo mojado, y no de poco tiempo, sino de haber estado al menos unas horas bajo la lluvia. Estaba temblando, no se si era de frío, o del miedo que reflejaba su cara.

“¿Quieres que suba un poco más?” Dije tocando la calefacción del coche, y ella asintió, sin mirar. “¿No llevas equipaje?” Pregunté al ver que no tenía nada más que su abrigo y un bolso deteriorado por el tiempo.

“¿Puedes arrancar?” Me suplico, y al mirarme vi la marca bajo su ojo, era reciente, asentí de nuevo y arranqué, saliendo de aquel callejón oscuro lo más rápido que pude.

Pasaron cerca de cincuenta minutos y como era de esperar, el viaje se hizo en completo silencio por su parte. No sabía cómo empezar la conversación, ni si era lo que ella quería. A pesar de llevar la calefacción casi al máximo, seguía temblando.

“¿Estás bien?” Pregunté rompiendo ese silencio tan incómodo desde que se había sentado en el coche.

Y entonces me di cuenta que tal vez, me había metido donde no me llamaban porque estalló en lagrimas. La lluvia era cada vez más fuerte, la calefacción me había provocado dolor de cabeza, y era incapaz de consolar aquella chica a mi lado. No dudé ni un segundo en parar en la gasolinera cuando la lluvia me dejó entrever un cartel de proximidad. Sin saber que no éramos los únicos en parar en aquella gasolinera y que tal vez la historia fuera otra si hubiera seguido mi camino.

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