Cuentan que las mejores amistades son las más inesperadas y eso es lo que me ocurrió en este viaje.
En un trayecto Almería-Madrid conocí a una pareja que viajaba hasta Vitoria junto con su bebe.
Los recogí en la estación y una vez cargadas las maletas y colocada la silla emprendimos nuestro viaje. Mikel se puso delante y María se sentó atrás junto al bebe.
Mientras la pequeña dormía,pudimos mantener todo tipo de conversacion (quién nos iba a decir que hablar de fútbol, literatura o paternidad nos llevaría a lo mágico de esta historia).
Solo unos pucheros y un pequeño llanto interrumpió nuestro viaje. Paramos en un merendero cerca de nuestro destino, gracias a un cambio de pañal disfrutamos de un bonito atardecer.
Ya en Madrid, mi pareja nos esperaba en Chamartín y como Mikel y María dormían en la capital organizamos una cena improvisada en un restaurante cercano. Parecía una reunión de amigos de toda la vida en vez de 4 personas que apenas llevaban unas horas juntos.
Al finalizar la cena nos dimos los números de teléfono y tal fue la amistad que nació aquel día, que ellos fueron padres nuevamente y mi pareja y yo los padrinos de ese retoño.
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