El coche arrancaba lentamente mientras una mayoría de mujeres ocupaba el vehículo. Marta, desde el asiento del copiloto, se giró hacia las demás con una pregunta pensativa.
—¿Cómo ven la psicología en este país? —dijo—, Soy Argentina y estoy considerando tomar esa carrera, pero no sé si tiene muchas salidas.
Laura, que estaba sentada en el asiento trasero, asintió con entusiasmo.
—¡Es una carrera con muchísimas posibilidades! Aunque depende de la especialización. A mí siempre me ha llamado la atención el tema de las emociones y cómo las manejamos en tiempos de crisis.
El viaje continuaba entre consejos sobre carreras, anécdotas de amigas psicólogas y hasta una pequeña charla sobre la meditación como herramienta de bienestar.
Un par de días después, un viaje distinto, esta vez con mayoría de hombres. Carlos, al volante, rompió el silencio con una pregunta menos reflexiva, pero igual de intrigante e importante.
—Si de repente estallara un apocalipsis zombie, ¿estaríamos preparados?
Leo, sin pensarlo mucho, respondió desde atrás.
—Lo importante no es estar preparado, sino saber a quién sacrificar primero para ganar tiempo.
El coche estalló en carcajadas mientras empezaban a debatir las tácticas más insólitas para sobrevivir: desde el refugio perfecto hasta qué objetos del coche serían útiles en plena huida.
Dos viajes, dos realidades paralelas… en el mismo asiento de BlaBlaCar.
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