El carro compartido

El carro compartido

Margarita

26/09/2024

Yo era pequeña en aquella época y mi mamá tenía el carro en el taller, se le había dañado algo en la caja de cambios y había que retirarlo a los tres días. 

Al segundo día de andar a pie: mi mamá, mi tía, mi primo mayor y yo; tuvimos que subir a un carro compartido que mi primo llamo en línea, adelante había un señor sentado de copiloto. 

Mi mamá empezó a hablar con el señor: sobre el sol, el calor y el cansancio que produce; mi tía por un lado hablaba de los alimentos que estaban muy caros y como iba a preparar la comida recortando los ingredientes; mi primo hablaba sobre una tesis de estudio que lo tenía muy preocupado. 

Todos hablaban en voz alta. 

Ese carro parecía una periquera. Yo observaba todo, pero como era una niña no decía nada. El chófer de lentes, bigotes y una pequeña calva, miraba por el retrovisor con ojos de confusión, ese disparate. 

Los transeúntes pasaban y miraban el carro que se paraba por el semáforo con esa bulla.

«¿¡Qué pasaría ahí!?», pensarían ellos.

El señor que hablaba con mi mamá sonreía impresionado.

«¿Y ellos son así, hablan al mismo tiempo y a todo pulmón?», pensaría él.

Sus ojos bailaban viéndolos hablar a cada uno por su lado. Podía notar el estrés en él. Aunque él intentaba atender sus conversaciones, no podía hablar con los tres al mismo tiempo. 

Cada uno hablaba su asunto aparte y eso no se podía entender, yo atrapaba las palabras en el aire y podía descifrar lo que decían, pero no completamente.  

Llegando adonde debíamos bajar, el carro va reduciendo la velocidad y mi tía abre la puerta con el carro aún andando y pone la sandalia en el asfalto, como si quisiera frenar igual que los Picapiedra. El chófer se da de cuenta, frena y le dice:

—¡Eso que usted está haciendo es muy peligroso señora, puede venir un carro y llevarse la puerta y dejarla sin pie!

Noté preocupación y angustia en su voz. Cuando bajamos el chófer seguro sintió alivio. 

«¡Por fin se bajaron esos locos escandalosos! ¿De qué manicomio se escaparon?», pensarían los dos, a mi modo de ver.

Al día siguiente mi mamá sacó el carro del taller, pero esa anécdota en el carro compartido nos dejó riendo y un poco apenados con los señores.

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