Kilómetros de historias

Kilómetros de historias

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26/09/2024

Sofía decidió probar un coche compartido para ir al trabajo. Era su primera vez, y no esperaba gran cosa, solo llegar a tiempo y, si había suerte, sin demasiado tráfico.

Ramón, el conductor, llegó puntual. Era un tipo alegre, con una camisa hawaiana y una sonrisa que parecía fija en su cara. “¡Sube! Hoy el trayecto va a ser épico”, dijo mientras abría la puerta. Sofía se acomodó en el asiento trasero y saludó tímidamente a los demás pasajeros.

En el asiento del copiloto iba Clara, una chica de su edad, que no paraba de hablar y reír. “¡Hola, soy Clara! Espero que no te moleste mi desayuno, es avena con arándanos. ¡Prometo que no huele raro!”. Sofía sonrió, aliviada de que no fuera un viaje silencioso y aburrido. Clara parecía alguien que sabía cómo llenar los silencios incómodos.

El coche arrancó suavemente, y Ramón puso música. «Esta playlist es perfecta para empezar el día», comentó, mientras sonaban clásicos que todos conocían. El ambiente en el coche se volvió relajado. Sofía miraba por la ventana, sintiéndose extrañamente cómoda entre extraños.

Al poco tiempo, hicieron una parada y subió el último pasajero, Paco, un hombre mayor con una gorra de camionero. «¿Qué tal el viaje? Espero que Ramón no esté corriendo demasiado», bromeó al acomodarse en el asiento trasero. Sofía se rió. Paco irradiaba esa confianza de alguien que había vivido mucho y lo contaba como si fueran historias de películas.

Mientras avanzaban por la carretera, Paco empezó a contar anécdotas de sus años como camionero. “Una vez tuve que conducir durante doce horas seguidas porque se me pinchó una rueda en medio de la nada”, relató con entusiasmo. Clara, entre risas, preguntaba detalles, y Ramón no dejaba de añadir comentarios graciosos.

El trayecto pasó volando entre risas, historias y alguna que otra broma. Para cuando llegaron al destino de Sofía, no podía creer que el viaje hubiera sido tan ameno. «Bueno, esto ha sido mucho mejor que ir en el autobús», pensó al bajarse.

Ramón se despidió, mientras Clara agitaba la mano desde el coche. Sofía sonrió. No sabía si la próxima vez sería igual de divertida, pero ya tenía claro que compartir coche no era solo una forma de ahorrar, sino también una pequeña aventura.

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