Eramos ladrones los dos, robando miradas en medio de la calle. Secuestrando un corazón ante un crimen de seducción que solo a uno llamo. Nuestra relación era difícil. Era tan difícil, como matar a un mosquito sin manchar la pared. Eramos niños jugando con los ojos vendados. Pero era lo único que nos hacia sentir vivos y hacer de nuestra vida algo extraordinario.

Todos los problemas van y vienen como hojas cuando comienza el otoño. Era complicado, pelea tras pelea. Los besos desmedidos cuando no debía. Estaba desnuda frente a el, sin secretos, veía mis huesos y se reía como si fuera un juego. Lo que sucede, es que no era ya un problema, era mas que eso. Un amor toxico. Que torturaba con cada recuerdo, cada palabra y cada sonrisa.

Supe ver en el la oscuridad. Ver mas allá de ella. Vi la realidad. Vi la luz en tu interior, que nadie creía que poseías. Con tus palabras bastante erróneas decapitabas cabezas. Era una mas, en su gran lista de chicas.

Las charlas de media noche durante los fin de semanas eran otra cosa, que no hablábamos cara a cara. Ignorante eras, y bien despechada me dejaste. Cuando no se podía, era a escondidas. Juntos de noche estábamos y por la mañana nos olvidábamos. Era algo irreal pero nuestra vida se convirtió en una pura mentira, por lo que era lo único real. Tirada en la alcantarilla de tu casa.

Cuando quería jugar estabas presente y éramos los reyes de la fiesta. Me dejabas cuando estaba mal. Olvidándote de mi. Evitaba los comentarios de la gente en mis oídos. Nadie te conocía como yo lo hacia. Yo miraba al cielo y tu al infierno. Quería que corriéramos juntos cogidos de las manos hacia el final del arco iris.

Arrogabas tijeras, como tonta siempre te defendía. Te brinde mi ayuda y te negaste. Te mostré las estrellas en el cielo oscuro y cerraste los ojos. Quise encender tu llama y te escondiste bajo la manta. Te negaste a todo y por el camino equivocado, otra vez. Hacia que me sintiera fresca y nueva cada vez que veía sus ojos grises frente a los míos.

Ninguno sabía que terminaría tan mal. Me quemaba la piel tocarlo y sentir sus labios fríos en mi. Enamorado no estabas, era como un juego sin fin. Que si yo no lo cortaba, iba a morir. Era un callejón sin salida. Tenias que correr o saltar, pero el era toda mi vida, lo único que me quedaba cuando todos me dejaban. Me llevo hacia las rejas, en un precipicio. Nos detuvieron y en una jaula nos encerraron para que nos matemos entre los dos. Eramos el hielo y fuego. Una droga para el otro. Me prohibió de todo y lo único prohibido era el, que marcas en mi dejaba.

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