Poemario del Soldadito de Plomo.

Poemario del Soldadito de Plomo.

JESUS RON GUDIN

29/07/2020


Poema I


El viento dibuja letras

con las hojas del estanque

y mece, con mucho mimo,

los columpios de los parques.

Cuando se aburre, silba.

Cuando siente miedo, corre.

Y levanta, a su paso,

las fechas del calendario.

Si es feliz te empuja.

Si está triste se esconde

detrás de alguna farola

en una desierta noche.

Lleva polvo en las mejillas,

alquitrán en sus bolsillos

y tose, cuando está enfermo,

entre los tubos de escape.

Desde altos ventanales

un soldadito lo observa

protegido por cortinas

salpicadas de colores.

De plomo lleva su busby.

De plomo su fino sable.

De plomo son sus hombreras

y su corazón de cobre.

Doble abotonadura

luce en el uniforme

y sus ojos se han desgastado

de tanto mirar las nubes.

Quisiera caminar veloz,

abrir todos los cajones,

urdir con su largas piernas

cabriolas, saltos y botes.

Pero manos artesanas

agotaron los metales

y pusieron como rótula

un muñón de chocolate.

Ay, Soldadito de Plomo,

abandonado y triste.

De los juegos olvidado

en un desván de retazos.

Ya consolas y pantallas

anidan en mente de peques

que desdeñan con tesón

lo que no sale en youtube.

Al lado del Soldadito

se ha caído, sin querer,

un ratón de goma eva

de nombre Pérez y Pérez.

El ratoncillo se esfuerza.

⸺Soldadito, dime algo.

Pero de sus labios rojos

solo suspiros de pena.

Sus sueños llevan banderas

con aplausos de desfile

que las damas le dedican

cuando se pone muy firme.


El viento ruge furioso.

El Soldadito se encoje.

⸺Ojalá me fuera pronto

de estos cielos, siempre grises.

Que los anhelos se tornan

con el paso de las horas,

del hierro casi candente

a vigas con hollín verde.

Ay, Soldadito de Plomo,

abandonado y triste.

De los juegos olvidado

en un desván de retazos.


Poema II


En el suelo del desván

baila una linda muchacha,

con vestido de franela

y manoletinas blancas.

Sueña que danza descalza

en medio de un olivar,

y que un río de agua clara

le refresca la garganta.

Con crema de aceituna

untó sus manos y cara

y puso como pendientes,

dos girasoles de plata.

No sabe cómo llegó.

Solo que la perseguía

un viento que la miraba

mientras se peinaba sola.

Un pandero de cristal

entre sus manos agita.

A cada paso que da

florecen las clavelinas.

Donde la noche dormita

ahora se ven estrellas

que del cielo se han caído

para que las pise ella.

⸺Princesita, no te asustes.

Yo y este Soldadito

la bienvenida te damos

a esta, nuestra morada.

Aquí vienen los juguetes

que naufragaron sin olas.

Aquí vienen los juguetes

que no sirven para nada.

⸺Me quedaré poco tiempo.

Quiero volver a mi casa,

Romancero de gitanos

donde las olivas sanan.

Donde la luna, coqueta,

fantasea en las barandas

mientras se muestra redonda,

en los espejos del agua.

Quiero forjar un collar

con marfil de caracolas,

que las olas han dejado,

escondidas en la rocas.

Y mientras Preciosa habla,

el Soldadito se palpa

su gorro, que ya rebosa,

de cientos de mariposas.

Y los latidos le llegan

como ecos de trompetas

a sus sienes encendidas,

de tanto batir de alas.

Ay, Soldadito de Plomo,

abandonado y triste.

De los juegos olvidado

en un desván de retazos.

Poema III


En la soledad del cuarto

tres amigos se han sentado.

Han encendido una vela

y hablan de lo pasado.

El Soldadito les cuenta

que luchó contra corsarios,

que su pierna la partió

una bala de cañón.

Y Preciosa que lo oye

finge gran admiración.

No le gustan las batallas

ni a los que a ellas, se van.

Mientras, el ratoncillo

atusa sus bigotes negros.

⸺Que jóvenes son ahora

y que tristes serán de viejos.

Partid pronto a la tierra

donde viven los gitanos,

o perderéis el anillo

que guardaban los lagartos.

⸺¿Tú que harás, ratoncillo?

¿Te marcharás con nosotros?

No quiero dejarte solo

con ese viento bramando.

⸺Debo quedarme a cuidar

de todos estos amigos.

O las arañas que cuelgan

nos tejerán un sudario.

Quizás pase por aquí

un abuelo con su nieto

y así les pueda enseñar

alguno de nuestros juegos.

Con mi patita de palo

podrás hacerte un bastón.

A mí de poco me sirve

y a ti te será mejor.

⸺Entonces… a los que les cae un diente,

no podrás llevar regalos.

Se quedarán esperando

con los ojitos mojados.

⸺Son las hadas, Soldadito,

las que les han convencido

para que les den sus dientes

y piensen que ya no existo.

Ellas que pueden flotar,

que desprenden brillantina,

cuando su varita agitan

el cosmos vuelve a girar.

Engatusan a los niños

con unicornios alados.

No saben que solo vuelan

los sueños que no se han roto.

Iros o los perderéis,

cómo los perdieron ellos,

los anillitos de plomo

que lucían en sus dedos.

Cerrad los ojos con fuerza.

Juntad los dos vuestras manos.

Decid conmigo en silencio,

“Llévanos al Romancero”.

Y antes de que Preciosa

pronunciara aquel conjuro,

el viento se los llevó

sobre sus hombros desnudos.


Ay, Soldadito de Plomo,

abandonado y triste.

De los juegos olvidado

en un desván de retazos.


Poema IV


Cuando los ojos abrió,

cuervos volaban sin rumbo.

Sus graznidos desgarraban

la fina tela del cielo.

De un páramo yermo y sin gente

brota música desafinada.

Es de un violín muy cansado

que olvidó su melodía.

Todo es amarillo y ocre.

Paisaje de lagartijas,

ni siquiera los olivos

se ven en la lejanía.

El día deja sereno

ríos de cauces muy secos.

El agua que antes cantaba

susurra lamentos huecos.

Los gitanos recostados

sobre las fraguas sin llama,

fingen que duermen un sueño

con su corazón en calma.

El sol que desprende llamas

ha evaporado su savia

y ha dejado acartonadas

las suelas de sus sandalias.

El Soldadito, asustado,

coge la mano a Preciosa;

pero tiene que soltarla.

Sus brazos son ya dos fuentes

de arena fina de playa

y sus cuencas se vacían

de perlas de aguamarina.

Los pliegues de su vestido

por el suelo se han caído.

Salamandras de colores

le trepan por los tobillos.

El Soldadito, sin tiempo,

busca a Preciosa una sombra,

o el sol la convertirá,

en una duna redonda.

A pedir ayuda va,

por caminos polvorientos.

Pero solo encuentra a un niño,

que recita versos sueltos.

Del pecho le brotan al niño

dos chorros de vino tinto.

Y sobre su calavera

hay un rostro enmohecido.

⸺Niño sabio:

¿dónde está el Romancero?

Ese mundo que Preciosa

me vistió de lentejuelas.

Mi bailarina ya duerme

como todos los gitanos.

El verde de su mirada

se lo ha comido una rana.

⸺Si yo pudiera soldado

a tu niña la salvaba.

Pero yo ya no soy yo,

ni esta es ya mi casa.


Los caballos que pastaban

ahora buscan los peces

que las redes se han llevado

escondidos en las algas.

Los barcos yacen varados

en los arenales blancos.

La luz los ha confundido

y creen que están navegando.

Donde los nenúfares tapizaban,

de verde, largas acequias,

ahora crecen ortigas

y sapos de piel de almendra.

Si miras al horizonte,

verás un arpa en silencio.

Su voz se quedó atrapada

en los confines del tiempo.

La luna se fue a dormir

harta de esperar su canto.

Al arpa solo le brotan

zarzales y espinos blancos.

⸺¡Niño Sabio!

¡Alguien cortó las cuerdas!

Aún puedo ver la sangre

resbalar por las madera.

⸺Yo, soldado, las corté

con estas tijeras finas.

No sabía que mataba

un trino de cardelinas.

⸺Quiero volar con Preciosa,

cogerla por la cintura.

Llevármela patinando

por cumbres de gran altura.

⸺Soldadito enamorado,

feliz con tu bailarina.

Quizás si uno las cuerdas

despierte a tu hermosa niña.

Las pegaré con saliva,

de esa que lleva estrellas.

Pero necesitaré metal,

que entorche hilos de seda.

⸺Yo tengo cobre en el pecho,

mi corazón es rojizo.

El resto es todo de plomo,

cubierto de esmalte fino.

⸺Para ello Soldadito,

tendré que fundir tu torso.

Recogeré tu elixir

en cálices de oro rojo.

Te llevaré a la fragua

donde sueñan los gitanos.

Donde forjaban los anillos

que llevaban los lagartos.

No sé si te dolerá.

Pero todo lo que amamos,

alguna vez duele mucho,

porque por eso es amor.

⸺No temas por mí, Niño Sabio.

Cántame una nana hermosa

y antes de que el fuego llegue,

me habré dormido en tus brazos.

No era ya soldado alguno,

apenas juguete inútil

y ahora seré la música

que encandilará la luna.

Nunca gané batallas,

ni recibí medallas.

Nadie rezará por mi,

cuando me vaya.

Quiero que la luna vuelva.

Que espante este sol grasiento.

Que se llenen los campos

de polen de crisantemo.

Y estar siempre con Preciosa,

y hacer poemas de acordes

y esconder en su melena

claves de sol y de fa.

Sus dedos serán en mí

pentagramas de arcoíris

en partituras que hablen

de ella, de ti y de mi.

Porque cuando oigas Niño,

que el arpa comienza a hablar,

sabrás que siempre que quieras,

te podrás venir y quedar.

Ay, Soldadito de Plomo,

abandonado y triste.

De los juegos olvidados

En un desván de retazos.

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