Me quiero enamorar hasta de lo tarde que llegas,
hasta el silencio que nunca dejas
entre que me besas y abres el telón.
Quiero sostener todas las notas en la punta de tu nariz, cantarle a la desilusión
que esta noche no hay frío, ni canciones de desamor que hablan de un corazón furtivo.
Te quiero ver pasar, pero quiero pasar contigo
y me pueden más las ganas de un susurro al oído
que me diga que te encanta lo prohibido.
Que si te duele la vida, nos abrazamos más fuerte,
nos escondemos debajo de la manta, tonto…
Que peques de verme demasiado,
aunque ni siquiera esté a tu lado
aunque el otoño se haya llevado todos los pétalos en los que prometí no quererte.
Aunque el diablo nos esté abrazando,
aunque el cielo esté debajo,
serán palabras el retazo de un encuentro inesperado.
De dos voces que al unísono, se están confesando en un beso.
Que si cierras los ojitos un poco más,
podemos soñar otra vez al compás…
No busca excusas, me da motivos.
Me quita los miedos cada vez que me agarra.
Sonríe, y me crecen flores en el pecho.
Cuando me mira, el mundo de los mediocres es secundario,
mi mundo es lo primero.
Construimos salidas de emergencia para acabar ardiendo.
Dice que siente mariposas y yo le digo (que le quiero) silencio.
Qué valiente cuando sale a buscar la luz de mi túnel, y me espera al otro lado sabiendo que puedo sola.
Yo ya no sé, si la herida pende de un hilo, o el hilo necesita mis heridas.
Pero qué bonito jugar a estrellarse en sus constelaciones.
Se extiende las alas de par en par y me empuja a volar con él.
Y yo me pongo a bailar. Sabemos a libertad.
Él me canta cuando se hace de noche,
me susurra que no quiere que me vaya
y nos abrazamos para que la presión del corazón dure una eternidad.
Bendita serenata su latir,
encontré la paz en el hueco de sus costillas y pude dormir lo que llevaba años sin soñar.
Entonces sonríe y me dice que me ha echado de menos todo ese tiempo que no nos conocíamos.
Tiene nubes en los ojos,
yo aterrizo en su piel.
Si quererte es pecado, el infierno para mí.
No sé si es el destino, la suerte o la casualidad,
solo sé que has sido tú, y que no quiero más.
Eres tú,
porque todos mis pedazos te dicen que sí.
Porque aviones de papel juegan a despegar en mis entrañas,
porque el cosquilleo lo siento en la punta de los pies
y me incitas a bailarte.
Eres tú,
cuando cuentas mis lunares en voz alta y sonríes.
Porque me prometes cerveza y no perdices.
Cuando te tapas los oídos después de un «yo te quiero más» para ganar la batalla,
y no escucharme.
Se te olvida tapar el corazón, tonto.
Eres tú,
porque cierras los ojitos para sentirme,
porque tarareas canciones mientras deshaces los nudos de mi pelo (y de mi vida).
Eres tú,
porque somos el columpio, la herida, la cura.
Eres tú,
porque me sabes a paz en mitad de una guerra conmigo misma.
Porque llenas de flores lo que yo llamaba tumba.
Porque te dije que sólo soy heridas
y me callaste la boca diciéndome
que de ellas se aprende.
Eres tú,
porque te respiro hasta asfixiarme.
Te abrazo hasta quebrarme,
te escribo hasta gastarte.
Eres tú,
las estrellas de mi cielo,
mi cielo,
y la nota suprema,
el éxtasis.
Cualquiera diría que volvería escribiendo canciones
y trizas volviendo borracha de amor,
cosiendo tu foto en farolas
buscando fragancias que tengan tu olor.
Sabiendo a mareas desiertas
en un foco de lunas rezándole a Dios.
Abriendo botellas calladas de angustia y llenas de dolor,
cerrando heridas reconociendo que abiertas huelen peor.
Recogiendo granitos de arena dentro del contenedor,
contándole al pajarito enjaulado que yo puedo ser libre y él no.
Bailando en mareas que suben y ahogan
pero te hacen sentir mejor.
El diablo apuntando hacia abajo creyéndose Midas,
dejando las migas en la boca de Aidos.
Llorando a Caronte, el río que creo, rema tú por los dos.
Ignorantes creyendo ser alguien en mundo de necios,
sabios callando temiendo no ser como ellos.
Cayendo en el vértigo, vicioso en el círculo, tirarse vacío y temer el llenarlo.
Bebiendo del cloro, formando renglones que suenan funestos,
que no,
no me quiero pero si me valoro.
Yo como Hades, teniendo en mis manos almas errantes
jugando con sombras,
yo soy Urano, tú eres mi órbita.
Me arropo pensando en tus brazos,
vuelve pronto, que con este destemple no sé si es frío o calor.
No llevo contada la pena que traigo.
Como cuerpo inerte abatido en la arena,
tú mi bandera, tú mi bandera…
Tú mi tesoro guardado en Atenas,
ruinas desechas haciendo poemas de brechas.
Tú mis migas de pan para volver a casa,
tus manos la fragua para mi corazón de metal,
afilo el arma letal, haciendo carrera en un cuerpo mortal.
Tú el granito de arena que falta en mi isla desierta,
la gota de agua a la hambrienta.
La pausa y la prisa en la suela, no frenes, arranca.
Tú la llave, así que abre y cierra la puerta,
que tenemos inviernos cosidos en bocas que nos representan.
Cómo náufrago a flote pidiendo rescate,
tú Poseidón moviendo mis males
yo tu estrella polar, te guío en los mares.
Mi velita que soplo cuando no rezo a nadie,
mi hogar repartido en tu piel cuando estoy en la calle,
mis pestañas cumplidas deseo en tu carne.
Tú dile al cielo que yo llego tarde,
que he conocido el paraíso en tu mente,
que esta locura me dice que ahorque a la cuerda
hasta que reviente.
Cualquiera diría que volvería escribiendo canciones
y trizas volviendo borracha de amor,
cosiendo tu foto en farolas
buscando fragancias que tengan tu olor.
Sabiendo a mareas desiertas
en un foco de lunas rezándole a Dios.
Abriendo botellas calladas de angustia y llenas de dolor,
cerrando heridas reconociendo que abiertas huelen peor.
Recogiendo granitos de arena dentro del contenedor,
contándole al pajarito enjaulado que yo puedo ser libre y él no.
Bailando en mareas que suben y ahogan
pero te hacen sentir mejor.
El diablo apuntando hacia abajo creyéndose Midas,
dejando las migas en la boca de Aidos.
Llorando a Caronte, el río que creo, rema tú por los dos.
Ignorantes creyendo ser alguien en mundo de necios,
sabios callando temiendo no ser como ellos.
Cayendo en el vértigo, vicioso en el círculo, tirarse vacío y temer el llenarlo.
Bebiendo del cloro, formando renglones que suenan funestos,
que no,
no me quiero pero si me valoro.
Yo como Hades, teniendo en mis manos almas errantes
jugando con sombras,
yo soy Urano, tú eres mi órbita.
Me arropo pensando en tus brazos,
vuelve pronto, que con este destemple no sé si es frío o calor.
No llevo contada la pena que traigo.
Como cuerpo inerte abatido en la arena,
tú mi bandera, tú mi bandera…
Tú mi tesoro guardado en Atenas,
ruinas desechas haciendo poemas de brechas.
Tú mis migas de pan para volver a casa,
tus manos la fragua para mi corazón de metal,
afilo el arma letal, haciendo carrera en un cuerpo mortal.
Tú el granito de arena que falta en mi isla desierta,
la gota de agua a la hambrienta.
La pausa y la prisa en la suela, no frenes, arranca.
Tú la llave, así que abre y cierra la puerta,
que tenemos inviernos cosidos en bocas que nos representan.
Cómo náufrago a flote pidiendo rescate,
tú Poseidón moviendo mis males
yo tu estrella polar, te guío en los mares.
Mi velita que soplo cuando no rezo a nadie,
mi hogar repartido en tu piel cuando estoy en la calle,
mis pestañas cumplidas deseo en tu carne.
Tú dile al cielo que yo llego tarde,
que he conocido el paraíso en tu mente,
que esta locura me dice que ahorque a la cuerda
hasta que reviente.
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