Desde que apareciste todo cambió

Desde ese atardecer, en el cual estabas sonriendo y viendo el cielo sin ninguna preocupación… disfrutando del momento como si fuera el último, como si fuera un momento estático en la amplia película que tenemos frente a nosotros.

Desde que demostraste que con una sola mirada, te puedes dejar llevar, ser tan libre y poder perderte en la inmensidad como el mar o el aire… y aun así lograr estar tan presente como el sol al amanecer o la luna al anochecer o la vida y la muerte en ambas y en todos los seres existentes.

Desde ese momento en que frunciste tu ceño al no entender… y aun así reíste por el sonido de las palabras al volar sin rumbo fijo mientras se perdían en los oídos sordos de los árboles inmóviles.

Desde ese segundo que decidiste escuchar lo que decía… y me enseñaste a encontrar la belleza en lo oscuro, la inocencia en lo impuro, la diversión en lo aburrido, la paciencia en el caos, la coherencia en la locura, y la felicidad en la tristeza… desde ese pequeño segundo abriste más mundos de los que se podría creer y aun así seguiste presente aunque nadie te escuchase o viese; solo te quedaste ahí, sonriendo y alentando al que llegase con alguna duda o cavilación en su corazón.

Aunque nadie te escuchase ni te viese, aún mantenías tu espíritu libre y realizabas lo que desearas en ese momento sin dañar a los demás… solo te quedabas ahí y sonreías ante todos aunque por dentro te estuvieses muriendo… ¿por qué? ¿Por qué siendo tan mortal y fácil de corromper pareces tan puro y precioso como el oro?

¿Por qué? ¿Por qué destruimos lo más hermoso que vemos para que sea eterno en el olvido? ¿Por qué creemos que todo lo que está en el mundo nos pertenece? ¿Por qué no dejar que todo cumpla con su curso? Desde que entré en contacto contigo descubrí estas cuestiones y mil más que al igual que las anteriores me quitan el sueño, y provocan que viaje en el incómodo asiento de la duda… subiendo y bajando, zigzagueando y luchando contra la corriente para poder encontrar las respuestas.

Pero cada vez que creo haber descubierto la solución, esta se me escapa como la mantequilla se resbala del pan caliente. Cada vez que la solución aparece da un sensual y alegre baile para luego volver a la incertidumbre… dejándome con la incómoda sonrisa que preside de la insatisfacción y perplejidad.

Más aun así me quedo sonriendo hasta que llegue la siguiente duda y la solución aparezca momentáneamente para volver a irse… y así ha pasado una y otra vez, que ya he perdido la cuenta de cuantas veces me he quedado sin respuesta…

Y en ese momento lo entendí, desde tu aparición me fuiste enseñando poco a poco lo que valía atesorar y lo que no, llegando así a poder entrar por completo en tu mundo y ver como son las cosas desde otra perspectiva… llegando así a entender por qué siempre sonreías… dejándome ahora a mí con el trabajo de sonreír y esperar hasta que alguien más llegue para poder mostrarle todo lo que me enseñaste y que esa enseñanza colectiva pase de generación a generación por un mar profundo interminable donde cada uno le pone un poco de su mismo ser.

Por eso cuento la historia, para que el próximo que se acerque escuche con el corazón y no con la mente, ya que desde el momento que te entendí dejaste de aparecer y al igual que los copos de nieve desapareciste para no volver… me demostraste que todo es posible y que simplemente con mantener un espíritu libre e infantil es que se puede gozar plenamente este mar de juegos y visiones que tenemos por mundo.

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