Hay un equilibrista en mi corazón.

Yo le tenso la cuerda pero a veces se afloja.

A la hora de dormir, cuando se relaja mi pecho,

creo que él también descansa con ritmo sistólico.

 Y cuando me despierto es raro, no sé cómo explicarlo.

A veces está cantando canciones

que terminan por dirigir el pulso del día

y otras veces me muestra fotos de personas o paisajes

que me generan añoranza latente. 

Lo más loco es cuando enciende velas 

y mi corazón despierta iluminado,

esos días son mis favoritos y el equilibrista lo sabe…

Entonces me los reserva para cuando más los necesito,

que es cuando la cuerda se corta

y el equilibrista cae y nada,

llenándose de vida en la profundidad de mi alma.

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