Mi abuela ya está grande… y no estoy seguro de que haya tenido oportunidad de leer a Borges.
Como yo lo veo, el placer más delicado al que un ser humano puede acceder es leer a Borges.
Suele molestarme cuando algún religioso me mira con piedad, con un auténtico sentimiento de pena por no poder entender lo que él ha comprendido. Pero la verdad es que así es como yo me siento con Borges, me compadezco de quien por diversos motivos no ha podido leerlo.
No se trata de una comparación de sujetos sino de un parecido de situaciones. Si hubiese ud. leído a Borges no necesitaría aclararlo.
No estoy elevando a Borges a la categoría de Dios, todo lo contrario. Entiendo que su obra es la labor humana más refinada, más digna. Un elogio a la humanidad, el mejor testimonio de lo que el hombre es capaz, la más contundente prueba de genialidad.
Vivir una vida sin haber sido martillado por uno de sus cuentos, es una vida que no ha acabado con su potencialidad. Algunos se lamentan por quienes no tienen fe, otros por quienes no pueden satisfacer sus necesidades de consumo, yo me lamento por los que no pudieron leer a Borges. Cada vez que voy a un funeral pienso: “Ojalá haya podido leer a Borges.”
Para colmo de males, los no-lectores de Borges constituyen un universo amplio que no se ordena como el mundo. No depende del factor económico. A pesar de que lógicamente sea más difícil para los pobres acceder a la cultura, conozco muchos ricos que no han leído Ficciones. Muchos universitarios que nunca han pensado en un Aleph. Parece que los lindos lo han leído mucho menos que los feos. Y los poderosos menos que quienes solo tienen poder sobre su tiempo.
Paradójicamente, Borges que ha concebido la metafísica como la forma más elevada de ficción, posee muchos lectores entre filósofos y religiosos.
Los no-lectores de Borges constituyen una categoría que no se superpone con ninguna otra. Por lo tanto, no hay indicios para lograr una política efectiva de incentivo a la lectura de la obra de Borges.
Sí hay una única condición para leer a Borges: estar vivo. Y mi abuela ya está grande.
No quiero que se muera, aunque sea tarde para leer a Borges. Si es por querer, no quiero que nadie más se muera sin leer a Borges. Ni quiero morirme yo, hasta poder leer de todas las formas posibles a Borges.
Quizás deba seguir nombrándolos para que no mueran. Ni Borges, ni mi abuela.
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