En la oscuridad de la noche los dos sujetos que vestían de negro con movimientos coordinados se aproximaban a las bóvedas de un lujoso museo de arte. Uno de aquellos hombres, el más hábil en cuanto a estafa se refiere, se dirigió directamente a la caja de seguridad y luego de varios intentos ingresó la clave correcta; posteriormente sacó todo lo que allí se encontraba. El otro sujeto, con varias reliquias en mano torpemente activó una alarma que ocasionó un escandaloso sonido por todo el lugar, alertando a los dos hombres de negro.
A unos kilómetros, la flamante y distinguida señora Dulce Rosa se encontraba comiendo gustosamente en un pequeño restaurante: pizza, tacos, tequeños, gaseosas y pare usted de contar. La amistosa y pintoresca señora estaba que no lo creía, después de tantos años de aquella estruendosa ruptura, nuevamente había encontrado el amor, de tanta felicidad pidió algunos manjares para llevar.
La bella doncella miraba las estrellas desde su habitación, en una de las mansiones más grandes de la ciudad, al tiempo que una fría lágrima cristalina corría por su mejilla. Tanta desdicha tenía que acabar, estaba dispuesta a ir en busca de su felicidad. Aquella noche en su encuentro con las estrellas así lo decidió, salió de casa sin decir nada, esperando encontrar en la muchedumbre alguna cosa que la mantuviera alejada de sus pensamientos.
Sin duda esa noche fue de mucha acción para los hombres de negro, con la activación de la alarma debieron abandonar rápidamente el lugar, salieron sin ser vistos, prendieron el auto y a cien por hora conducían a sus destinos.
Dulce Rosa no dudaba que tenía que llamar al mesero, necesitaba pedir otro plato. La espera le abría el apetito. Ya era muy tarde para que nuestra distinguida señora estuviera sola en aquel lugar.
La valiente joven, tomó la decisión de que olvidaría de dónde venía y las mentiras con las que creció. Y por un momento pudo conseguirlo… cuando tuvo aquel tropiezo con ese apuesto chico logró percibir una increíble armonía en todo su ser .
Mister Bob, después de dejar a su compañero de trabajo pudo recordar la cita que tenía esa noche con aquella carismática mujer que secretamente seducía, afortunadamente para sus intereses era evidente que poseía cuantiosas sumas de dinero.
Mientras tanto, Dulce Rosa. Ya se encontraba impaciente, llevaba horas y horas en aquel restaurante esperando a su prometido amor. Se preguntaba qué pasaba que no llegaba su querido «pastelito».
Nuestra chica supo inmediatamente, aquel joven apuesto llegó para alumbrar su oscuro universo. Su sonrisa irradiaba luz, competía con la de miles de soles espléndidos. Muy gentilmente la invitó a comer al restaurante donde trabajaba como mesero. Él era noble y sencillo así que la Bella muchacha vio la oportunidad de ser alguien distinto, así fingió ser una sencilla joven sin muchos recursos.
Don Rico después de tan larga jornada llegó a su cuantiosa mansión, la cual levantó con dinero que no era suyo porque noche a noche junto a su compañero tomaban lo que no les pertenecía. Sin embargo, desde que su adorada Azucena se fuera de este mundo terrenal se puede decir que era buen padre o por lo menos que le preocupaba su pequeña. La busco para darle las buenas noches pero que novedad no se encontraba en casa.
Por fin cuando Dulce Rosa da con un mesero nota la presencia de Bella Rico, la incondicional amiga de su pequeña. Pero ¿Qué hacía esta jovencita a altas horas de la noche fuera de casa? Se preguntó y al acercarse indiscretamente le ha dicho:
“Querida, qué sorpresa ¡salúdame a tu distinguido padre!
No lo veo desde aquellos días cuando compartimos crucero”.
El mundo se detuvo en aquel momento.
¿Es que no podía ser feliz ni por una noche?
Aquella amiga de su familia se encontraba en aquella mesa, para nadie era un secreto lo adinerada que era Dulce Rosa.
El joven miraba decepcionado a la muchacha, pues claro le había mentido, había fingido no tener ni medio.
Cuando Mister Bob llegó al lugar de la cita nada más y nada menos que con Dulce Rosa, esta se encontraba consolando a Bella Rico quién lloraba destrozada ante el rechazo de su hijo.
¿Quién iba a decir que su pequeño retoño sacó su mismo amor por el dinero?
Que anduviera con la hija de su amo era lo que faltaba para asegurar una buena fortuna.
Desconsolada se encontraba Bella Rico se preguntaba:
¿Por qué no pudo ser sincera desde un principio con aquel chico?
Era tan nuevo lo que sentía que no supo cómo reaccionar. Inesperadamente después de tanto tiempo sin estar en compañía de su padre por asuntos de trabajo, este la había acompañado bastante cariñoso y comprensivo en aquellos días mientras pasaba por ese amargo momento.
Hasta le contó a que se dedicaba el padre de ese muchacho y añadiendo además que no le extrañaba que sus intenciones con ella no fueran buenas.
Días después, listos para cumplir con la tarea que esa noche desempeñarían. Dos personajes vestidos de negro se preparaban para dar un golpe maestro, el banco central. Este sería el lugar ideal para la gran estafa. Quién lo diría, su querida Bella Rico era ahora su acompañante después de que supiera que aquel oportunista era hijo de Mister Bob, su ex compañero traidor. Su hija supuso que solo fue un juego para ese ser interesado y despiadado que no le importaron sus sentimientos. Decidió aceptar lo que era su padre y unirse a él, un poco de adrenalina serían una buena distracción para su lastimado corazón.
Una vida feliz y comiendo perdiz,tuvo Dulce Rosa junto a Mister Bob pues su querido «pastelito» vio la dulzura de su corazón y dejo la ambición de lado, aceptándola sin medio centavo. Justo luego de contraer matrimonio con Mister Bob se enteró que estaba en bancarrota, pues tantos gastos en alimentación pasaron factura. Afortunadamente su marido contaba con una modesta suma de dinero y lo compartió con ella, así pudo no dejar de satisfacer su buen apetito.
Al parecer no estaban destinados a estar juntos, sin explicación se fue de su lado.
No había un joven de tan buen corazón como Franco.
Creyó haber encontrado el amor de su vida en esa joven de alma solitaria, Bella Rico. No entendía a qué se debía su comportamiento, si era él quién debería de estar molesto, ella le mintió, fingió ser quién no era, no tener dinero. Le dolió que siendo tan sincero su bella amada no lo conoció por completo. Lo creyó un oportunista solo por ser hijo de Mister Bob, quién lo era para su tristeza. Su padre se dedicaba a tomar lo que no le correspondía pero él era diferente. Desde que supo en qué andaba trabajó honradamente y nunca se benefició de esos negocios. Era un malentendido, no eran esas sus intenciones.
Bella Rico debía saber que no la enamoró por dinero y ahora ella se preparaba para arriesgar su vida al igual que su padre, cuando lo supo se le partió el corazón en mil pedazos, tenía que detenerla. Estaba dispuesto a todo, Mister Bob debía ayudarlo por una vez en su vida como su padre que era.
Estaba dispuesto a entrar a ese mundo para traerla de vuelta.
Bella se encontraba en el sitio acordado y esperaba la señal de su padre Don Rico para entrar al lugar de su primera misión. Nada de esto le gustaría si estuviera pensando sensatamente pero no podía hacerlo quería olvidar y esta fue la manera que encontró.
Y de nada sirvió cuando una lágrima rodó por su mejilla.
Recordó aquella noche, la noche que lo conoció, la misma noche que se sintió avergonzada de lo que era y decidió ser alguien diferente porque no aceptaba que su padre fuera eso, en lo que en unos minutos se convertiría. No se arrepiente de haberlo conocido. Su inigualable sonrisa le decía que era sincero y así como iluminó todo su mundo en aquel momento.
Desearía que estuviera esa noche y que la sacara de esa oscura vida en la que se adentraba.
De pronto escuchó la señal de su padre, era su turno para entrar en aquel lugar, sintió que no tenía opción, se aproximaba a la oscuridad.
Cuando minutos después observa como alguien que vestía de negro… y además se veía muy bien. Se acercó a ella quedando a centímetros de distancia.
¿Eran ideas suyas o el chico de negro le sonreía lo que parece de manera burlona?
Pero un momento ¿Cómo podía estar pensando en cómo se veía ese otro chico? si no tenía más cabeza sino para el dueño de la sonrisa que…
acababa de recibir en este momento.
Bella no lo podía creer, sin duda era él y estaba esa noche para sacarla de la oscuridad o para terminar de sumergirla en ella.
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