Iba sentada en el metro cuando levanté la mirada y me fije en la chica situada en frente de mí, de repente un escalofrío recorrió mi espalda y mi corazón dejó de latir por un momento, ¡esa chica era igual que yo!, era como verme a mi misma en un espejo, éramos como dos gotas de agua ¿como era posible?.
De repente, supongo que al sentir que yo la miraba, ella también levantó sus ojos del libro que llevaba entre las manos y me miró. Su cara reflejó la misma expresión de terror que probablemente había reflejado la mía instantes antes. Durante unos segundos no pudimos dejar de contemplarnos mutuamente en silencio. Finalmente yo rompí el hielo, como había un asiento libre a su lado, me levanté del mío y me senté junto a ella y le dije.
-¡Perdona!¿Puedo hacerte una pregunta?.
-¡Si claro! dijo ella…¡Dios, hasta el tono de su voz era parecido al mío!.
-¿Has notado que eres igualita a mi?
-¡Sí, la verdad es que estoy alucinada, imagino que igual que tú!. comentó.
-¿Por casualidad no serás adoptada, verdad?.
-¡Pues sí! ¿no me digas que tú también?.
-¡Si, yo también!.le respondí, luego me quedé un segundo pensativa y le pregunté ¿tienes prisa o tienes tiempo para tomar un café y hablamos?.
Nos bajamos en la siguiente parada y salimos a la calle en busca de una cafetería, aquella tarde nos tomamos como tres cafés y nos contamos nuestra vida y llegamos a la conclusión de que podíamos ser hermanas gemelas: misma fecha de nacimiento, misma ciudad, mismos rasgos, mismo extraño grupo sanguíneo. !Quizás nos dieron en adopción nada más nacer a padres diferentes….Desde aquel día y tras indagar mucho conseguimos descubrir que nosotras también fuimos «niñas robadas» de la época post-franquismo… Quizás algún día se haga justicia, pero mientras, seguimos buscando a nuestra verdadera madre y ,aunque eso no resta el amor que sentimos por nuestros padres adoptivos, queremos conocer a aquella mujer que quizás se ha pasado media vida suspirando por dos niñas a las que jamás vio crecer….¡no es justo!
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