Alma Rosa

En la sala pequeña adornada como toda casa de putas. En un rincón San Judas de las causas perdidas y en la pared del frente la Virgen de Lourdes. Un hombre travestido de celeste con una peluca rubia ofrece tragos con voz femenina y cortés. Tiene el maquillaje corrido por las lágrimas. No es secreto en el burdel de sus amoríos con un feriante de ahí cerca.

Sucedió en una tarde lluviosa. Su suerte mala se cruzó con la infamia. La lluvia con su sonido oculta los más ruines susurros. Nadie lo escuchó gritar cuando un puñal perforó su pulmón derecho. Apretó la mano del malvado con sus manos pequeñas y uñas de carmín. Se derrumbó mal herido en el barro negro de las penurias de los pobres. Observó a su agresor huir en dirección conocida. Se arrastró emborrado y ensangrentado. El hermoso vestido celeste era un estropajo. Lo encontró una mujer del burdel apodada la Diuca quien de un grito atrajo la atención de todos.

-¿Que chucha pasó huevona? exclamó Lolo, la cabrona del lugar, su impresión fue mayor cuando vió a Alma Rosa herido. ¿Qué te pasó niño? ¿quién te hizo esto? Mi niño dime…dime…

– No sé mami- Sollozaba el Alma Rosa y se desvaneció en los brazos de la cabrona.

– Diuca, anda a buscar al cliente de la pieza ocho, creo que es doctor – Ordenó la Lolo

Las piezas tenían puertas altas con ventanillas chicas y vidrios biselados, dando clase a los detalles de casa de alta alcurnia. Finas lámparas colgando del techo como racimos de uvas , que con sus lágrimas de cristal proyectaban luz tenue a todos los rincones del pasillo. La Diuca golpeó la puerta casi sin tocarla

-Estamos ocupados- dijo una voz masculina con la respiración entrecortada.

-Es que tenemos un problema , necesitamos de usted, dijo la Diuca con voz suave. Se escucharon ruidos, tacos de botas, se abrió la puerta alta apareció un hombre fornido con barba cuidada.

-¿Qué pasa niña? dijo el doctor mientras abotonaba su camisa.

-Es que la mami lo necesita. Vamos sígame, apúrese, sigame – insistió la Diuca.

-¡Ya! Qué ¿pasó algo? , vamos.

Entraron a la pieza al lado de la cocina

-¿En qué puedo ayudar Lolo?

– Mire, doctor- le dijo apuntando al moribundo Alma Rosa que yacía sobre una mesa chica, sus piernas caían al suelo y sólo el torso estaba plano.

– ¡Niño! ¿qué pasó?- exclamó el doctor mientras desnudaba al pobre Alma Rosa que ya estaba blanco por la pérdida de sangre – Traigan dos copas de coñac, una para mí y otra para este niño. Lolo, vas a tener problemas si muere este chiquillo- decía mientras amarraba con una sábana el torso. Resiste muchacho resiste

– Llamaré a los pacos. Tengo amigos ahí, unos clientes que vienen a veces –dijo Lolo.

-Primero a la ambulancia- dijo el doctor.

En el salón principal el gentío parecía animales a punto de ser marcados con el hierro caliente. La Lolo entró de improviso y el lugar quedó en silencio.

– Estimados dijo con voz sobria, hoy han herido a un niño de los míos, todos conocen a mi más querido chaperon. Un mal nacido a dañado al Alma Rosa. Quiero saber quién fué. Quiero una venganza para mi niño. Que corra la voz, a los choros del Mapocho, a los de la Nueva Matucana, a los de Los Nogales; tendrán como premio una noche en mi casa, las niñas que quieran, tragos gratis. Pero quiero saber quién hizo daño a mi Alma Rosa.

En la posta tres ingresaron a Alma Rosa un lugar de muerte y sangre. El recinto era llamado “La Carnicería”: tú podías ir por un dolor de muelas y te amputaban un dedo. El doctor de turno leyó la ficha médica. Nombre real Hernán Rubio Melgarejo. Edad 59 años. Estado civil Soltero. Herida corto punzante de seis centímetros de profundidad, compromete el pulmón derecho. Se procede a saturar herida exterior. Se recomienda reposo absoluto. Administrar penicilina un miligramo cada seis horas, por siete días , dos volúmenes de suero plasmático diarios por 10 días y plaquetas y dipirona para el dolor. El doctor siguió con otro enfermo, casi sin mirar al Alma Rosa. Lo subieron al ascensor, quinto piso, cama catorce hospitalizado para ver el desarrollo de la herida. Aquella madrugada, por primera vez en su vida, sintió el abandono y que la soledad le carcomía, incluso más que los dolores. La ansiedad lo ahogaba, sudaba sin parar reconociendo que su vida era una historia triste. Al rato entró un enfermero que lo miró con cierta ternura.

– ¿Qué te pasó Niña?

– No me molestes, me quisieron matar. Lo miró con sus ojos llenos de lágrimas,

– Te reconocí Hernán…

– Ahora soy Alma Rosa. No preguntes mejor y tráeme la chata por favor, huevona. El enfermero lo tomó de la mano con suavidad, el Alma Rosa se sintió reconfortado, sus dolores los compartía con su amigo de la vida.

A la mañana siguiente apareció en la puerta la Lolo. se acercó con sigilo, le acarició el pelo.

– ¿cómo te sientes mi niño ?

– Bien, mami – el Alma Rosa sollozaba asustado- tengo sed

– Pero mi niño no puedo darte nada. Le arrulló suavemente sus visos, esa entidad transgénica era su mejor mozo y su niño querido. Lloraron los dos.

Quince días más tarde en una mañana soleada, salió del hospital Hernán Rojas Melgarejo, el Alma Rosa. En el lupanar, que era su casa, fue recibido con atenciones y cariño por todas las reinas del lugar. Esa noche cerraron. Toda la atención era para él. Las niñas lo maquillaron. Le peinaron su peluca rubia y lo agasajaron. Sus ojos negros brillaron sonriendo. Reía a carcajadas, se sentía en familia pues era la única que la vida le había dado y lloró de alegría.

Una noche fría aparecieron siete fulanos, todos con revólver al cinto y un oscuro pasado sobre sus espaldas.

– Mami, venimos a cobrar su llamado de venganza- dijo quien parecía ser el líder. Mañana lea el diario.

La Lolo se inquietó , no sabía qué decir , pensó “me estarán mintiendo estos huevones”. Pero es sabido que hay ciertos códigos que respetar en ese mundo desgraciado en que se mueven los choros.

-Chiquillas vamos a atender a estos chiquillos. Hoy los vamos a felicitar y regalonear a estos, mis nuevos amigos.

Esa noche consumieron de todo, desde lo sagrado a lo profano. Los ángeles de los cuadros fueron cubiertos con tupidos velos. La música inundó el ambiente, el humo del cigarro se escapaba por la ventanas, como chimenea de locomotora antigua, la reunión fue bajando de intensidad con los primeros rayos de sol.

La Lolo fue corriendo a comprar el primer diario. Hojeó rápidamente el matutino hasta llegar a la sección de crónica roja. “Se encontró cuerpo masculino de 35 años muerto bajo el puente del río Mapocho. El occiso presenta 25 puñaladas. El informe de los peritos destaca que su mano derecha empuñada un botón de color celeste. Este descubrimiento será materia de investigación”.

La Lolo entró a la pieza del Alma Rosa, le acarició el pelo.

-¿Por qué lloras mami? Ella lo miró con ternura, duerme niño duerme, es temprano todavía. Encaminó sus pasos pesados a la barra , se sirvió un vaso de vino tinto y salud, aquí no ha pasado nada. Nada , exclamó.

FIN

Miguel Milgram ,junio 2020

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