Existe un pequeño escondite encantado de verdad fascinante,

un lugar donde el viento da la vuelta,

un instante de duda del inescrutable tiempo,

surge un silencio allí donde el ruido se estremece,

un sitio tan lindo que olvida la realidad perturbadora,

es allí donde el amor vence a los miedos,

donde mi mirada se junta con la tuya y estrecha el espacio,

es ese lugar donde buscarnos es encontrarnos,

allí se esbozan nuestras sonrisas, consecuentes de nuestras miradas.

Es por ejemplo en la habitación en la que pinto,

suena la vie en rose y te pregunto si bailamos,

y aparecen nuestras miradas que se buscan,

nuestras sonrisas que se esbozan.

Y el viento da la vuelta,

y el tiempo parece detenerse,

y el silencio aparece,

y la realidad se convierte por un momento,

y la verdad se descubre,

y el amor triunfa.

Y mi mirada,

y la tuya,

y tu sonrisa,

y la mía.

Y mi lagrimal cargado de emoción,

y tu sonrisa en ese preciso lugar que impregna para siempre la estancia.

Y te canso con mis besos, y te achucho, y te abrazo,

y te huelo hundiendo mi cara entre tus risas.

Y me traes a ricitos de oro,

y a Hansel y Gretel,

y señalas a la bruja,

y la regañas,

y me río.

Y vuelvo a preguntarte…

Quién te quiere a ti más…

y dudo que entiendas mi pregunta…

y adoro la respuesta…

dos sílabas iguales…

Dos miradas,

dos sonrisas.

Una hija y su Pa-Pa


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