Brillaba más que el sol,
y nuevamente la luna naciente sentía envidia.
Y se creía tan inútil al ver que,
su miserable luminosidad,
fuente de luz secundaria,
no se igualase con la de ella.
Que lograba que hasta el corazón más frío y de piedra
se estremeciera.
¡Qué débil e inutil era el amor de Julieta y Romeo,
que no se compara con la pasión de mis anhelos!
Y que sepas, cariño
que tú eres uno de ellos.
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