Duerme con la Luna

Duerme con la Luna

Isabel Angharad

31/07/2017

– DUERME CON LA LUNA –

1. Duerme con la luna;

reposa junto a la luz de mi amor,

que mis suaves besos te acunan,

arrullando tus anhelos con primor.

Ea, ea, ea…., pequeña zalamera,

con flores de esmeralda sueñas,

las que el rocío besó en la primavera.


2. Me observas con mirada almibarada

mientras mi corazón se regocija,

al compás del danzar de las cascadas;

como la alondra, que a sus polluelos cobija.

Ea, ea, ea…., blanca paloma,

aparta de ti cualquier temor,

que nardos y rosas anhelan tu aroma.


3. Te susurro al oído cánticos de gloria;

la de gozosos querubines,

que velan por ti más allá de la memoria;

un mágico hechizo que te besa en la frente.

Ea, ea, ea…., niña de estrellas,

hasta los trigales envidian tus cabellos,

que me traen recuerdos de caricias bellas.


4. Admiro la pureza de tu corazón,

tan veraz como la noche sucede al día;

me muestras la senda de la perfección,

cual horizonte arcoíris en la lejanía.

Ea, ea, ea…, niña de lluvia,

estrecho tus manos entre las mías;

me regodeo en el iris de tu mirada rubia.


– DONDE MORA EL ALMA –

1. Humanos atribulados,

que, por siglos, indagan

dónde mora el alma,

en abrigar algún consuelo

ante horizontes sombríos.


2. Eternas cuestiones éstas

tan sólo pronunciadas

en la congoja de la incertidumbre,

pero sin un hondo sentir,

al ser presos de su servidumbre.

3. Mundanal servidumbre,

con tu ruido ensordecedor,

nos empeñas en disputas vanas

en ausencia de amor, fuego y pasión;

con la mirada fija en vidas profanas.


4. El alma mora

en recorrer bosques frondosos;

en las hadas que prenden los ensueños;

en la luz de los campos de girasoles;

en los mansos vergeles del desierto;

doquier habita la belleza sin dueño.


5. El alma mora

en la mirada cautiva de los amantes;

en el entretejido de sus manos;

en su baile encendido, en lechos de rosas;

en el suave roce de sus labios,

y en el abrasador júbilo de su gozo.


6. El alma mora

en los generosos pechos de la madre,

amamantando a su pequeño,

y en los brazos que lo acunan

con amor alborozado

mientras vela por sus sueños.


7. El alma mora,

allí, donde prende la llama de la vida,

que, día tras día, se renueva,

aunando existencia y comprensión;

donde la soledad halle sosiego

en un encuentro humano lejos del rencor.


– EL CLAVEL –

1. Daría mi vida entera,

por el rojo de tu boca,

a un latido de tu embrujo,

que ensueños me provoca

del clavel que brota en mí.


2. La vereda del camino

me mostró la hojarasca

de un mundo desconocido,

que da el amor por perdido,

a fuerza de ingratitud.


3. Un mundo, en que la vida discurre

entre renglones torcidos,

deshojando al viento los latidos

de un corazón, que rezuma el deleite

de un paraíso otrora vivido.


4. Un mundo de fatuos dioses,

que con paso recio avanzan,

hundiendo sus pies de barro,

por enarbolar el velo de su orgullo

bajo el hechizo de falsos hados.


5. ¡No permitamos su tiranía!

El corazón de un poeta

no retrocede en la adversidad,

ni sucumbe en su agonía;

es metal forjado con cada herida.


6. Dibuja con trazos coloridos,

su vida pendiente de un hilo,

cual cometa empujado por el viento,

que se eleva al firmamento,

sin echar la vista atrás.


7. Ya atisba un nuevo universo,

de nubes de algodón y carmesí;

radiante en sus altos vuelos,

donde se cumplan sus anhelos,

al ver tu boca sonreír.


– LUCIÉRNAGAS EN PRIMAVERA –

1. Cuando contemplo tu hermosura,

lluvia de luciérnagas en primavera,

de mi congoja resulta alegría;

mana cual fuente de juventud;

tornándose mi sosiego, armonía,

donde el aire destila aroma de virtud.


2. Tus cabellos de ébano,

perla negra que surca los mares,

son promesa de inmortal felicidad,

cuyo recuerdo en mí ha florecido,

al abrigo de tu beldad,

en un vínculo de almas renacido.


3. Me miras con esos ojos,

cuyo mágico hechizo besa la luna;

son lirios del valle que reverdecen;

fraternal comunión que derriba fronteras;

única verdad que me ennoblece,

cuando musito tu nombre de mil maneras.


4. Eterna boca de fresa jugosa,

esculpida por poetas en sus prosas;

tus besos aletean en mi corazón,

susurrando perlas hermosas,

que trastocan mis sentidos y mi razón;

con cada verso, brotan rosas.


5. Es tu rostro, paraíso de colores,

que la silente pluma desconoce;

que los escultores no logran cincelar,

pues los dioses reflejaron en él

la más bella luz del amanecer,

al despertar el trino de los ruiseñores.

*****

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