DE LA POESÍA Y SUS POETAS

DE LA POESÍA Y SUS POETAS

Matias De León

24/07/2017

I

¡Odio a los poetas!

A todos y cada uno de los ellos.

Me dan asco,

ganas de vomitar con solo verlos.

Todas esas palabras de narices respingadas,

ese andar jorobado,

su estética pseudo dandy

adorando una época pasada que nunca habrá de volver,

que nunca habrá de regresar.

¿No se dan cuenta?

¡Viven de la muerte!

Viven con un aguijón derecho acá en la sien.

¿No lo ven?

Siempre tan abstraídos en sus mentes,

ven lo bello de la vida

pero no pueden ver más allá de su nariz,

o de su bigote

o de esa hoja que sostienen en el aire como escudo

ante la indiferencia de un puñados de ojos.

Por eso los odio poetas.

¡Los odio a todos!

Sin preferidos, a todos por igual.

Odio los poetas que buscan rimar

para engalanar su sonar.

¿Te pensás que no oigo tu ta ta tar ta tar tartamudear?

Sólo me das ganas de vomitar.

Es fácil rimar palabras que terminan en ar.

Como si fuera un viejo gordo y lastra,

te clavo en el hasta.

¿Alguien dijo basta?

Odio a los poetas de haz de luz,

poetas de actuación,

poetas de palabras que gritan a los vientos.

Bla bla bla bla bla bla bla

bla bla bla bla bla bla bla bla

¡Bla!

Bla bla bla bla bla bla.

¿Les quedo claro?

¡Los odio!

¡Para vos! ¡Te blá!

¡Para vos! ¡Te recontra blá!

¡Y a vos del otro lado! ¡La bla que te blá!!!

Odio tus miedos.

Odio tus inseguridades.

Odio tu temblequeteo de colegiala virgen con ansias de trola.

Odio tu actuación digna de un razzie.

Odio lo que proyectas.

Odio lo que decís.

Odio tu silencio reflexivo.

Odio tu odio.

Odio lo que sos.

Odio de vos, todo.

Te odio.

¡Te odio!

Me odio

¿Todavía no lo ven?

La poesía es un espejo

que no me deja ver

más allá de mi propia nariz.

II

Encontraron a un poeta escribiendo palabras en el viento,

sin saber que el tiempo las vestiría de olvido.

Aquí yace la razón del hombre,

en aceptar que sus huellas

harán de cimientos

a nuevas generaciones.

Y de ahí surge su tormento,

de robarle a la muerte aunque sea un bostezo.

Ese su sufrir.

Encontraron a un poeta dejando un garabato en el tiempo,

mas solo él lo vio

y riendo por lo bajo,

se sintió morir, libre y feliz.

III

Como quien pretende cabalgar las nubes

y no entregarse al vacío a velocidad terminal,

ataqué las luces.

Por eso terminé escribiendo cartas,

para no verlas jamás

y amar en silencio las palabras que jamás he de escribir.

Porque allí se esconde la verdadera magia del poeta,

en lo que puede sugerir sin ningún trazo.

Si escribo es porque amo

y si amo es porque palpita sangre tras el esternón.

Un día escribiré todas las poesías del hombre

y al terminar, veré tan solo una hoja en blanco.

IV

Hay días que amo.

Hay días que creo que amo.

Hay días que creo que me amo.

Hay días que creo que te amo.

Hay días que amo lo que creo.

Hay días que solo amo.

Hay días que creo que solo amo.

Hay días que amo solo lo que creo.

Hay días que amo cuando creo solo.

Hay días que creo solo lo que amo.

Hay días que solo creo que te amo .

Hay días que te amo solo porque creo.

Hay días que estoy solo.

Hay días que amo estar solo.

Hay días que creo estar solo.

Hay días que amo solo cuando creo estar solo .

Hay días que quiero estar solo .

Hay días que quiero.

Hay días que me quiero.

Hay días que te quiero.

Hay días que quiero creerte.

Hay días que solo quiero amar.

Hay días que son solo días.

Hay días que quiero que sean mañana.

Hay días que quiero que sigan siendo hoy .

Hay días que solo te quiero cuando en realidad te amo y me siento solo.

Hay días y días,

pero también están de los otros.

V

La poética más pura y sencilla

es aquella que sale de la vida

para volver a ella,

igual que siempre

o tal vez un poco distinta,

como una sonrisa agazapada entre caras sin rostros

o como un gracias sin dueño que hace eco en el alma, cual caricia

o como mirar al cielo abrazando el amor que el mundo no sabe dar.

Así de igual

o realmente todo lo contrario,

como la vida misma.

VI

Poesía espantosa,

más ridícula que el silencio.

Poesía ruin y mentirosa,

como labios de puta mal pagada que el tiempo violó.

Me acabo en vos

y te lo echo en cara.

¿Con quién te fuiste a dormir hoy?

Ya no te creo, si alguna vez lo hice.

Poesía de palabras embelesadoras,

dices elegante lo que nunca habrás de ser.

Me río de tu desgracia.

Poesía sincera,

tibio resplandor del alma que ya nadie quiere.

Sos vieja, desdentada y manoseada.

Mereces pudrirte bajo tu propio peso.

¿Qué quieres ahora?

Poesía callada,

perforas mi alma.

¡Quita tu aguijón!

No sigas destruyendo todo a tu alrededor.

Poesía de mierda.

Te odio.

Odio todo lo que sos

porque siempre que hablas,

lo haces de mi

y quedo en evidencia.

Poesía de estomago frío,

Poesía embaucadora.

Muerte a ti, poesía

y contigo

mi memoria.

VII

Puntos rojos

o círculos del mismo color

por todos lados.

Simplemente recostados

como durmiendo la soledad de la ciudad .

No importa donde mire,

allí están

como acosadores, babeando atrás de su morbo.

Más los evito

y más me persiguen,

como sombra a mis pies.

A veces pienso que esos puntos,

rojos todos ellos,

son una parte de mí

que salen a pasear

cuando no me doy cuenta

para recordarme algo

que tal vez quiera olvidar.

Círculos rojos.

Puntos del mismo color.

Una advertencia directa a la memoria

hecha para mí y todo habitante de esta tierra:

«Nunca terminen un poema dando un consejo»

– Matías De León – 2017 –

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