Mi calle es una calle. Es una calle porque no es un barrio. No es un barrio porque no hay comercios en los portales, ni bares, cafeterías o restaurantes cada diez metros. No veo olivos extremeños ni girasoles manchegos. No hay plataneros, ni mangueras de agua que te mojan los pies al amanecer. Crecen coches del asfalto, y edificios en el horizonte. Ahora más, cada vez más. Así como amapolas color rojo, casi bermellón, entre las hierbas secas del pequeño descampado.

También han nacido cajas de ladrillos. Las más viejas, marrones, tostadas al sol. Las más nuevas, color salmón. De las cajas salen estudiantes, maletines, perros, perros con personas. Los coches no sólo salen, ya están fuera custodiando las aceras. Pero hay cosas que dentro se quedan. En una de ellas hay todo un castillo, y dentro, otra cajita, esta es de madera y contiene fotos, historias, una vida entera.

A las ocho de la mañana sale del castillo la princesa. A preparar el desayuno de los maletines, de las mochilas, del coche que está en la acera.

A las cinco de la tarde cruza la puerta blindada. A pasear, sólo a pasear. A clavar sus años en los grises adoquines, uno tras otro, otro tras uno. A apoyar su espalda en el pino desagradecido. A ver volar la tierra por encima de los niños. A sentir cómo se hunden sus pies en esa misma arena. A dejar que el sol camine por cada una de sus arrugas, y salude a todas sus pestañas.

Y a las nueve de la noche, las verjas se abren, regresan los coches. Espera a que pasen los ajenos para poder cruzar la calle. Y a que entre el propio para poder preparar la cena; con huevos, patatas, pimientos, sal, azúcar, platos, cubiertos, vasos, refrescos.

Y mientras, perros tras barrotes, barrote tras barrote. Y el silencio bajo las estrellas, y ladridos bajo el azul oscuro, tan oscuro que la princesa sueña, el estudiante sueña, las manos cansadas de llevar maletines sueñan.

Mi calle es muy corta, pero de vez en cuando, tan larga como un barrio con bares, árboles y porteros.

FIN

CALLE DE CERRO DE LOS ÁLAMOS BLANCOS, MADRID

La Calle Habitada - Julia Fernández Plaza

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