Era el día de su cumpleaños. Como había hecho muchas veces con sus hijas en domingos luminosos como este, salió con las nietas a pasear al Jardín del Turia antes de la comida de la celebración familiar.

Las preguntas las hacía la mayor, de siete años, y si el abuelo se había lucido en las respuestas referidas al Jardín, desarrollado en el antiguo cauce, trasladado al sur por una riada y convertido en parque lineal por una gran movilización ciudadana; la que le lanzó al regresar, sobre quién era el señor que figura en la placa cerámica fijada en la esquina con la Avenida del Puerto de la calle donde vivía con su mujer hacía 35 años y a la cual habían llegado de Logroño los bisabuelos maternos 70 años atrás, le pilló y prometió consultarlo en casa por internet porque, pese a su formación profesional y alimentada curiosidad por el entorno, sabía muy poco sobre el titular del rótulo que forma parte del paisaje cotidiano de la calle y que, como él, seguía en buen estado, con las inevitables huellas del tiempo y aconteceres de la vida…

Los 80 metros que lo separan del número 28 le bastaron para contar emocionado que, con siete años, compartía unas gratas caminatas con sus hermanas, en días de vacaciones, por las calles de Miraflores y San Fernando, barrios del sur de Cali, su ciudad natal, con guía de la mayor, quien respondía, a su manera, las incesantes preguntas a la par que imaginaban historias con las casas y gente que veían.

La excursión especial, dijo a sus encantadas oyentes, era hasta el Templete Eucarístico al lado del Hipódromo del Valle; singulares edificaciones a las cuales se llega por la Avenida Roosevelt bordeada de palmeras, entonces recién plantadas. En Cali, como en otras ciudades, sólo las avenidas tienen nombre; las calles sólo números.

Como su hermana le había contado más cosas del Presidente Roosevelt (así fueran inventadas), que él a sus hijas sobre el Actor Llorens, aprovechó los postres para hablar -ya documentado- de Manuel Llorens, destacado actor valenciano nacido en 1845, que había muerto el 23 de octubre de 1910 coincidiendo, decía la referencia encontrada, con una visita de los Reyes a la ciudad, relacionada con la Exposición Regional Valenciana, por lo que a su funeral habían asistido altas autoridades del Gobierno de España.

Y animado por el vino y el cava y abusando de su condición de homenajeado, presumió ante su paciente y generosa familia que, desde sus años mozos había disfrutado callejeando por Alejandría, Buenos Aires, Dublín, La Habana, París o San Petersburgo, de la mano de Durrell, Borges, Carpentier, Proust y Dostoievski; y que gracias a la pregunta de su nieta, sabía algo más de su calle en Valencia, cuyas aceras habían sido ampliadas en 1993 por una exitosa iniciativa vecinal. Ahora andaba rumiando propuestas para la reposición de árboles en los 24 alcorques, vacíos por el embate de los coches.

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CALLE DEL ACTOR LLORENS  (VALENCIA – ESPAÑA)

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