En la esquina de Bellavista con Purísima
trabajan vendedores ambulantes.
Ahí conocí una anciana
¡muy, muy especial!
Vendía diarios y boletos de lotería.
Cotidianamente yo pasaba por esta esquina
con mi hijo, cuando del colegio lo recogía.
Me llamaba la atención esta señora, ¡tan viejita!
Se veía tan dispuesta, activa y entretenida
en su acción de todos los días.
Su cuerpo sobrevestido por el frío
aun así se veía, ¡tan flaquita!
¡Bella mujer!
¡Toda arrugadita!
En sus ojos un brillo tan transparente
que sorprendía.
Traía una sonrisa
de simpleza y simpatía
y natural alegría.
Una vez le compré un boleto
¡y vino premiado!
Cuando recibí el premio
la busqué para hacerle un regalo.
Entonces ella me miró
y con serenidad me dijo:
– ¡gracias señora! será para la calefacción
este año hace mucho frío
le agradezco de corazón.
Hubiera quedado ahí
sólo para admirarla
tanta fuerza representada
en cuanto trabajaba.
Se veía una mujer de grandes batallas
y a pesar del frío que hacia
en ella había un ángel que sonreía
¿cómo se llamaba?
¡Rosita!
Falleció un día…
https://uncafeconolivia.wordpress.com/2015/09/12/angeles-en-las-calles/
OPINIONES Y COMENTARIOS
comments powered by Disqus