El espejo y la desvelada de la calle Kenny road

El espejo y la desvelada de la calle Kenny road

Son las 3 de la mañana y todos duermen en  el vecindario  de “Spring palms   (condou  dirían  los yankees, pero  ella detesta como suena). Todos  menos Isabela, que da vueltas en la cama de la calle Kenny road    sin poder acomodar  el sueño y el mechón mal cortado metiéndosele en los ojos . Va al baño a verificar como quedaron sus pelos luego del  tijeretazo de ese día, del tijeretazo y de la tintura que  compro on line por no poder hacerse entender con la vendedora del  mall. Enciende la luz  y busca al espejo, pero lo único que ve  es una pared blanca.  Se ríe frunciendo la nariz y achicando las cejas mientras muerde su labio inferior. Se mudo otra vez, y busco el espejo en el corner equivocado. Cuando por fin se encuentra, no le gusta el platinado. No entiende en que estaba pensando. Prefiere apagar la luz y ponerse a escribir en la computadora.

¨ ¿Por eso  sentiré esta fobia de salir a la calle?  la calle Kenny road y su geometría indescifrable que me miran desde afuera con sus  casas tan iguales entre si, sus veredas sin gente  y ese acuerdo siniestro de estandarizar la vida  en community. Con las ammenities perfectas y  tanta arquitectura cul de sac que me hace olvidar  por donde doblar la esquina. ¿Cómo puede ser que alguien tan extrovertido como yo le tema a algo tan simple como ir al bar de la esquina a tomar un café? “

Es que el bar ya no es bar. Es coffee shop. 

Afuera nieva persistentemente. Un ruido le viene de afuera, y la sobresalta. Se asoma por la ventana y ve una persona paleando  la nieve  de los caminos del condou. Se queda mirándolo como espía, tratando de no ser advertida en su condición de voyeur novata, pero con esos pelos encandila desde la ventana y el hombre de las nieves le clava la mirada. Al ser advertida, huye a la cocina. Calienta un poco de café y lo vierte en un termo (thermow dirían los yankees) y decide alcanzárselo al hombre que acababa de espiar. El le agradece en un español tan comprensible que la hace sentir en casa, aunque los cul de sac  la sigan rodeando sin remedio y los huesos se le hielen de culpa y frio.  Ella le sonríe al compatriota hispanoparlante, le deja el thermow con ganas de abrazarlo, y se va. 

La noche  sigue su camino inevitable hacia el día. El sol amanece helado mientras alumbra débilmente  los  pelos platinados y el tijeretazo sin arreglo de la desvelada de la calle en ingles. Sigue escribiendo en castellano en su computadora globalizada (en castellano y sin enie). Y mientras la hoja se le marca completamente de rojo en el error gramatical que ello significa, corre la cortina de su ventana  y ve  la silueta  del inmigrante paleando las últimas nieves de los caminos que recorrerán los otros, luego de que el sol asome por completo. 

FIN

 

·DSC00052.JPG;line-height: 1.5em;DSC00053.JPGDSC00054.JPGkenny road   

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