El Árbol De La Vida

El Árbol De La Vida

Matilde Sanz Gil

02/03/2016

El Árbol De La Vida

El verano era mi etapa preferida del año. El sol entraba por mi ventana cálidamente y en cuanto me levantaba miraba hacia la casa de enfrente para comprobar si María ya estaba en su patio jugando y podía bajar a jugar con ella.

Yo vivía en un edificio de 4 plantas y ella en una casita que tenía un árbol dentro. Siempre que bajaba tenía que llamarla para que me oyera desde la puerta y darle fuerte pues no tenían timbre. Su casa me encantaba, nada más pasar por la puerta de madera, en el medio del patio había un árbol con  un montón de pájaros que cantaban. En invierno hacia bastante frío, en gran parte de la casa el techo eran unos plásticos que conseguían que cuando llovía no se mojara nada pero que no eran suficiente para que el aire que entraba no calara hasta los huesos. 

Su padre era muy divertido, siempre jugaba con nosotras y nos traía caramelos, además de muy amable, pues en mi casa siempre que íbamos a tirar alguna sartén el nos la recogía.

Pero un día recién cumplidos los 10 años cuando me levanté me asusté mucho. La casa no estaba y el árbol tampoco. Bajé corriendo mientras le preguntaba a mi madre a gritos que había pasado. Mi madre bajó tras de mí, me cogió de la mano y nos quedamos mirando unos minutos el lugar donde había estado la casa y que en su lugar ahora había un hombre con unos planos. 

-Mama, ¿y María? 

-No te preocupes,  solo es que se han ido a vivir a un lugar mejor.

-Pero no me dijo nada.

-A veces es mejor así cariño. Vamos a desayunar, he hecho bizcocho y está recién hecho.

-No tengo hambre.

Ocho meses después teníamos un montón de vecinos nuevos aunque casi no había niños. El edificio era gris, muy moderno y nuevo pero me tapaba los rayos de sol por la mañana y el árbol nunca volvió a crecer. La gente mayor dice que así está mejor la calle, más segura, pero ya tengo casi 13 años y aún extraño a María, aunque todos los días bajo y echo migas de pan en la acera para los pájaros con la esperanza de volver a verla.

FIN

CALLE MIOSOTIS, 72, 28039 MADRID

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