Coloco otro número a la derecha y con ello, en un eterno viaje, sigo sumando amaneceres en los que, cuando aún la noche lucha por ganar al día, salgo vestida de sueño camino de mi trabajo. Comienza un nuevo día y en el vacio de las calles solo parece haber vida dentro de mi cabeza que, continuamente, se pregunta ¿por qué?.
A lo lejos veo la esquina que pone fin a mi barrio y es el mismo lugar donde tú y yo nos despedíamos por las mañanas. Un beso rápido y cada uno continuába por caminos diferentes.
No presentía que, cuando en los numerosos momentos de olvido, yo te lo reclamaba y me lo dabas rápido, corto, con los ojos medio entornados (besos colgados de una cansada sonrisa) no era prisa u olvido, sino asco, tedio y repulsa hacía una mujer que no querías y se creía amada.
Sigo caminando y ya no eres tú el que ocupa mis pensamientos sino una mujer joven que aún tiene la vida por delante y la esperanza sin estrenar. Noto sus ojos fijos en la que hoy soy. Temo que nuestras miradas se crucen y ver el reproche por una vida que, jamás hubiera sospechado, rellenaría las hojas blancas que fueron suyas y yo emborroné con mis miserias. Con un último rastro de valor decido enfrentarme a ella y observo con paz, que no son reproches sino fuerza lo que me transmite.
¡Aún hay algo de mi en ti! ¿Úsalo y da forma a los sueños que un día fueron de las dos!. Olvida los ¿por qué? y los pasos cansados. Levanta la mirada … no me dejes morir.
FIN
Calle Muñiz Toca. Oviedo
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