Todo lo que tenía para dar se terminó cien veces ya.
Se terminaron los amores y el vino para olvidarlos.
Se terminaron las esperanzas y los recuerdos.
Se terminaron las fiestas y los desfiles
y los entierros de gente que ni siquiera conocí.
Se me terminaron las ganas de que amanezca
y se me terminó la suerte del desgraciado.
He barrido con mi cuerpo las penas del alma,
he matado uno a uno los sueños y las risas.
He dejado de llamar a la única persona que me atendía el teléfono.
He soltado todos los globos y todas las palomas
y todos los suspiros.
He atado una soga a un tirante y me he muerto de miedo.
He bajado las escaleras al infierno y vuelto a subirlas
por no encontrar refugio para mis demonios.
He cruzado los siete mares y he vuelto siempre al mismo pozo.
He renunciado al querer y al deber y al poder y al hacer.
He dejado que todo muera y renazca cuando tenga que renacer.
Me he trepado a los árboles buscando una mirada.
He saltado al vacío sin romperme un solo hueso,
sin agrietar una sola de mis intenciones
y he logrado salir pavorosamente vivo.
He fortalecido mis debilidades y he contado hasta diez.
He encontrado a la mujer de mi vida y me he ido sin despedirme.
He negado lo innegable
y no he logrado acallar los gritos que nacen adentro.
He callado mi nombre y el de mis padres.
He saludado a los desconocidos buscando sentir calor en las manos.
He tirado al mar una botella con una hoja en blanco.
He escrito cartas para mujeres de otros hombres
y he abdicado en sus nombres.
He soltado una carcajada en cada universidad y en cada templo.
He profanado la fe y los misterios, la magia y los saberes.
He vuelto a mi casa a escondidas y he llorado en la puerta.
He prometido siempre y nunca he hecho nada.
He salvado las distancias y he hecho las paces,
pero he roto las promesas y deshonrado mis palabras.
He querido más de la cuenta,
más de lo necesario y más de lo deseado.
He visto morirse a mi perro y al niño que se fue con él.
He llegado hasta acá sin saber cómo ni cómo he de seguir…
Pero he decidido quedarme y ser humano y equivocarme e intentar besarte aunque que me des vuelta la cara, aunque me grites que me vaya para siempre y jamás lo haga, y sentarme y escribir mi nombre al lado del tuyo en cada papel que encuentre, en cada pared de cada calle, en cada noche de cada vida que me quede. He venido a desafiar al destino y a las cartas que marcaron mi suerte, a bajarme del caballo y caminar descalzo detrás de tus huellas, a cortar la manzana del árbol y alimentar la serpiente y renunciar al paraíso de las camas quietas y heladas buscando arder en tu sexo hasta consumir la vida.
Solo dime que no he llegado tarde.
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