Los científicos del CERN, tras cincuenta años de buscar una partícula elemental, en un espacio abstracto llamado cronotopo, un lugar microscópico al que también llamaban el campo de Higgs, se quedaron sin recursos económicos y tuvieron que paralizar el acelerador de hipercuadrones. La mayoría eran ateos y no merecían mejor suerte. Entonces llegaron los Teotecnócratas,  los grandes sabios que conjugan la ciencia moderna con la Tenak traducida al inglés, estudian sus tesis en el otro lado del Atlántico y éstos, como es natural, no tuvieron el menor problema en reactivar el programa. Son ricos y su idea es propagar la idea de un mundo mejor (Tikún Olam) en los cinco continentes.  En cuatro días, no solo dieron con la partícula, sino que además, para concretar, la llamaron la Partícula de Dios, que era de lo que se trataba: insistir en la idea escatológica de que el Multimultiuniverso fue creado en una fecha determinada por un dios único, creador y de rasgos helénicos. Probablemente, el dios Cronos. Los judíos ortodoxos dicen que ocurrió en el año 3.168 aC., lo certificaron los príncipes de la Reforma y en esas estamos.  Un día visitó el CERN de Ginebra un monje confuciano. Andaba por allí, invitado por un banco suizo y les dio unas cuantas charlas sobre el sistema de pensamiento analógico, de carácter dual y sobre la diferencia que existe entre el bienestar básico colectivo y la felicidad interior individual de un a-taoísta, o sea el nirvana espiritual, respecto a la prosperidad material que brindan aquellos gobiernos que pretende difundir la idea universal a base de inventar nuevos dioses tecnocráticos. Después del web 2.0 el 3.0 y luego el 5.0. Los científicos del CERN, del CSIC y de otros centros más prestigiosos, concluyeron que el monje estaba loco de atar y que había que rescindirle el contrato y devolverlo al tercer mundo.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS

comments powered by Disqus