Una nueva enfermedad llamada envidia

Una nueva enfermedad llamada envidia

Nathaly Salas

12/05/2020

La población mundial se encuentra amenazada por un pensamiento beocio que abarca el deseo de poseer todo aquello que los rodea, como son: bienes materiales, fama, una posición económica estable, buenas relaciones sociales y en fin, aspectos universales que provocan frustración y ansiedad; afectando al ser humano desde su niñez, pues es ahí cuando empieza a brotar el sentimiento de envidia, que en un principio es críptico, leve y simple, pero tanto el tiempo como la edad, agudizan y acrecientan éste ya mencionado problema. Las personas jamás cambiarán, pues se han acostumbrado a sacrificar su tiempo, en levantar una sociedad con rasgos y aptitudes equivalentes, para que de este modo, no exista el sentimiento de envidia; sin embargo, las emociones humanas son difíciles de controlar, por el simple hecho de que la carencia de rasgos y peculiaridades convierten a un individuo en un ser nefasto. Refiriendo a esta turbación como una emoción inevitable, que se produce en el interior de cada persona, como consecuencia de una escasez emocional o material; sin embargo hay quienes no asumen su condición y prefieren ocultarla, pues esto expresa falta de moral y de aceptación con uno mismo. Pero acaso, puede llegar a convertirse en una enfermedad, por la influencia de las hormonas producidas por el cerebro, la alteración que produce a la salud mental y , por supuesto, su estrecha relación con la autoestima. Todo ser humano es propenso a la envidia, pero la diferencia es que en unos es más fuerte la ambición que la propia dignidad.

El cerebro tiene la capacidad de coordinar distintos procesos biológicos, siendo este el responsable de la producción de varias hormonas, como es la oxitocina. Este neuropéptido, considerado más potente que una droga común, crea impulsos que intervienen en el bienestar, la salud y el placer, desatando el sentimiento de envidia, por tanto, la persona empieza a sentir complacencia del malestar ajeno, estimulando el núcleo estriado ventral, que produce alteraciones y movimientos involuntarios ; relacionándose así con la dopamina, influyente en el comportamiento social y motor de cada persona. La envidia es un suceso natural que se desarrolla en la corteza prefrontal, durante la juventud dicho órgano no posee la suficiente madurez como para manejar el coeficiente intelectual y social humano; es así que se producen emociones negativas, activando la liberación de dopamina y adrenalina, que aviva sentimientos como la agresividad. González (1969) explicó: “Esto se da porque el cerebro no esta capacitado para sentirse devaluado o no querido. Todos nacemos y queremos sentir que nos ponen atención y nos quieren, porque nuestro cerebro festeja al generar reforzamientos positivos”(s.p). Refiriéndose a la tirria de las recompensas de los demás individuos que en ocasiones se siente por la falta de las mismas; del mismo modo, el cerebro puede instituir a gente ávida de poder, belleza, fama, en concreto, aptitudes que distinguen a una criatura de otra, por lo tanto esto genera más envidia, rencores y pensamientos nefarios, los cuales se originan en aquel órgano, llamado, cerebro.

Tanto las enfermedades mentales como físicas, se pueden ver influenciadas por complejos de inferioridad producidos por la envidia, generando otros padecimientos psicológicos como es la ansiedad, causando preocupaciones y miedos intensos, pese al estrés de no asir lo que los demás poseen, esperar a que los envidiados pierdan todos sus logros, e incluso el temor inexorable de no lograr sus objetivos propuestos; debido a que la envidia percibe al individuo como amenazante y peligroso, creando ideas e imágenes que causan intranquilidad. Asimismo, esta perturbación mental puede ocasionar el cansancio crónico, enfermedad grave y de larga duración que afecta a otros sistemas del cuerpo, como resultado de atisbar a ideas frusleras y absurdas de una realidad inexistente. Altamirano(1834) manifestó: “La envidia es el cáncer del talento. No tener envidia es un privilegio de salud que debe agradecerse a los dioses mas que la salud física”(s.p). Comparando a este mal como una abyección pírrica que se debe evitar, siendo mejor enfrentar una enfermedad cancerígena, que adquirir designios maliciosos. En cuanto a la salud física, el dolor de estómago es también el resultado de una vorágine de insensibilidad, propiciando al desarrollo de úlceras pépticas, las cuales empeoran si el nivel de estrés aumenta, dañando así, el revestimiento del tracto digestivo. El dolor de cabeza es otra de las consecuencias de este trastorno, pues la envidia asciende hacia la cabeza, activando circuitos neuronales que pueden tornar al cerebro a un color verdoso.

La formación de personalidad de cada ser es un proceso que conlleva varios años, en donde influyen numerosos aspectos que en ocasiones, provocan comportamientos inefables, provenientes del complejo de inferioridad o comparación con otros seres humanos , supuestamente mayores o superiores. Es así que la envidia puede provocar síndromes como el de Solomon, el cual parte de una escasez de autoestima y falta de confianza consigo mismo, impidiendo que el individuo destaque sobre el entorno social que lo rodea, evaluándose bajo las perspectivas comunes y no desde un punto de vista personal. San Agustín (354 d.c) mencionó: “La envidia es la fiera que arruina la confianza, disipa la concordia, destruye la justicia y engorda toda especie de males” (s.p). Explicando que la envidia es capaz de corromper a cualquier hombre justo, provocando actitudes vesanias, causando emociones tóxicas que afectan al autoestima y por supuesto celos obnubilares; el efecto de la envidia en la vida de un ser humano es tan ingente que puede considerarse un vicio, desarrollada bajo la desdicha de no tener lo que otro tiene, mencionando constantemente su inferioridad ante su falta de dones o talentos. El autoestima de un ser humano es tan frágil y fructuoso en el tiempo, que se puede transformar en un problema de inconformidad y de esta manera inducir a cambios emocionales drásticos.

En conclusión, la verdadera envidia se basa en el sufrimiento a causa del bien que les ha tocado al resto de la población, lo que degrada a la persona, causando de este modo la necesidad de parecerse superior al otro mediante la modalidad de imitación; esta tirria es considerada como una emoción, un sentimiento, un comportamiento, e incluso una serie de desequilibrios de mensajeros químicos tales como la serotonina, coristisol, dopamina entre otros, causando conductas indescriptibles, afectando no solo a la persona sino que también a los que lo rodean. En si, la envidia puede bloquear el razonamiento moral, la proyección social, e incluso es también el motivo de aflicción emocional de varios individuos, además de ser uno de los responsables de dolor físico, dado a que se procesa en la región cerebral asociada al suplicio humano siendo procesada en la corteza cingulada anterior. Salischiker (s.f) comentó: “El envidioso patológico no solo evidencia señales graves de inferioridad sino que está psiquiátrica mente enfermo. Estaríamos hablando de un sujeto probablemente con trastornos psiquiátricos y de la personalidad…”(s.p). Dando a explicar que la envidia puede convertirse en una enfermedad que se debe evitar, pues afecta física y psicológicamente al ser humano, siendo considerada como un cáncer social que contamina todos los ambientes debido a la toxicidad con la que se presenta.

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