De Contagionem: el Contador de Arena.

De Contagionem: el Contador de Arena.

Título: El Contador de Arema.

No hace más que estudiar día y noche”  (Profesor Wigand, maestro de Alejandro Yersin (no Andrés, como escribe algún patán), el extravagante héroe solitario de Na Traang. Descubridor del bacilo de la Peste bubónica: Yersinia pestis

“Los bubones llamados pestilenciales son todos mortales y tienen una marcha muy aguda sobre todo los que se observan en Egipto y en Libia”

(Rufo de Éfeso, médico, siglo II).

“Pedir dinero  para cuidar  a un enfermo es tanto como decirle: la bolsa o la vida”.

  (Alexander  Yersin, médico)

 AGRADECIMIENTOS

  A mi madre.

INTRODUCCION.

Las trama y argumentos de éste libro son ficticias. Este libro fue originalmente escrito en el año 2005, mucho antes de la epidemia o casos de Ebola en España. Por lo tanto, no está escrito en Octubre del  2014 ni pretende coger el rebufo de la ola mediática para conseguir lectores. Nada más lejos  de la realidad, el objetivo del libro es dar un toque  atención. ¿ Estamos preparados para afrontar una epidemia de colosales dimensiones?

La débil  estructura de  Sanidad en nuestra nación se  vuelve cada día más y más endeble dado la incesante presión asistencial, los brutales recortes de la sanidad Pública y al escaso interés que la Administración tiene en  equipar y dotar a los centros de las necesidades humanas y materiales para poder realizar con dignidad la profesión  sanitaria

Como botón de muestra de que una pandemia por Yersinia pestis en España no es  fruto de la  imaginación delirante del autor, se  adjunta fotocopia de  la  última epidemia de peste bubónica en el Africa subsahariana  y de las recomendaciones que el Ministerio hizo para intentar protegernos. Sucedió esto en el siglo XIX ó en la época de Miguel Servert? No: fue en el  en el año 2003.

¿Estamos preparados para afrontar una pandemia de  grandes dimensiones?

 Normalmente en la estructura  orgánica de una novela las cosas empiezan por el principio. Siguen un  orden lógico y estructurado. Pues en ésta va a ser que no.  Aquí el  final se antepone para  evitarle al lector el desagradable  hecho  confirmado  de que no hay un final feliz.

Decía  el gran escritor Isaac Asimov, que toda su fértil obra literaria (más de 451 libros que dejó  escritos)  se caracterizaba por su intenso amor  a la literatura, al trabajo denodado a teclear en sus maquina de escribir, que incluso se llevaba al hospital cuando lo ingresaban  por alguna de sus múltiples enfermedades y porque siempre que empezaba un nuevo libro ya tenía  muy claro cuál iba a ser el final.

Es decir, el gran  maestro bioquímico y novelista  Asimov daba a sus  seguidores un consejo muy claro y diáfano: tener muy claro  cual es el final de la novela. Este prolífico escritor  decía que sólo hay  un método: el  sentarse  delante de la máquina de escribir  (  él era de  la  época de William Faulkner y no le gustaba el ordenador, prefería las viejas máquinas de escribir , y  ni  siquiera  aceptaba  las eléctricas). Decía a quien quisiera escucharle o leerle que el  escritor debe  dejarse de improvisaciones en el final y tener muy diáfano  que es lo que pretendía transmitir en el final de su relato.

  Preferimos  declarar que no hay moraleja ni  final  a gusto de bobalicones. Como decía  Goethe en su lecho de muerte “Luz, más luz”.

 Que el inteligente  lector no busque rapsodias  delicuescentes.  Que  reflexione  y como decía  Francois Marie Arouet , también conocido  como Voltaire, que racionalice.  Y si el final no les gusta, pues  que piense que  El único motor que mueve al Mundo son el Amor y el Dinero.

EL CONTADOR DE ARENA. (De contagionem).

 CAPITULO FINAL (para los que tienen prisa…)

Noche de estío desgarrada entre jirones de calima  del brutal sol de Julio  sobre la ciudad dormida que sueña  bajo Beltegeuse. La luna riela en los pantanales  cercanos  y miríadas de mosquitos distribuyen aleatoriamente sus vermes infectantes,picoteando la fauna humana de todas las condiciones. La tenue luz lunar  realiza  arborescencias filiformes en  las lagunas estigias llenas de malaria. Dos sombras se deslizan furtivamente, bajo la luz de Aldebarán en el ojo del Toro  se infiltran en uno edificio de hormigón, con banderas y demás  signos de ser centros oficiales.  

Un hombre y una mujer. Jenofonte y  Anna. Inclinados  sobre un archivador. Luces apagadas. Solo la tenue luz de una pequeña linterna.

El: hepático, bizarro y  lúcido a esas horas de la madrugada. Ella: etérea, cantarina  delicuescente y vestal terrena.  Ella de baja estatura y con interminables blancas piernas, en una explosiva mezcla de  hermosa niñez cantarina y lozana inocencia. Extraño solecismo que no concordaba con la desgarbada figura del hombre moreno y torerillo subitáneo  que  con su triple facundia de  bebedor, camastrón y lúcido cínico.

 Ella  se debatía entre el  miedo al esquileo manso de la oscuridad que temía desde su más tierna infancia y la seguridad que le daba el corpachón desmadejado de su compañero. Al miedo cerval de sus demonios internos se le unía el olor a agua estancada del pantano próximo que  no contribuía precisamente a tranquilizarla y la fétida atmósfera le impregnaba como un sudario invisible.

-¿Oye, no estaremos haciendo nada ilegal, verdad? dijo ella, mientras  dejaba la linterna  delicadamente sobre el velador  suplente, arrojando un foco de luz sobre el archivador violentado.

-Para nada, bonita- dijo él con ironía clerical mientras la  luz del fanal  se refleja en sus gafas llenas de brillos y dioptrías, “ tan sólo estamos entrando sin orden judicial a una dependencia Oficial, haciendo fotocopias de un informe del Ministerio Fiscal y quebrantando el secreto de sumario…, nos pueden caer unos  quince años”, dijo  Jenofonte, con cierta sorna…

-Mira, aquí está:

Juzgado de Instrucción  numero 17 de Akra-leuka.

Diligencias Previas.

Por tenerlo así acordado  en el procedimiento arriba expresado, dirijo a  Vd. el presente  a fin de  solicitar  autorización para el traslado e incineración del cadáver de  AHMED BDOUL,  nacido en Wadi Musa  (Jordania) el 3-4-1979 y con pasaporte del Reino  de Jordania número 457787, fallecido en  la localidad de  Akra Leuka  por sepsis desconocida desde el  Tanatorio La pesarosa  al incinerador de

La empresa Cementera  Nomeolvides, S.L.

  En Akra- Leuka, a  3 de Febrero del 2005.

  El Juez Instructor,

  Borjamari de Todos los Santos Pérez Boñiga  y Boñíguez

-¿No me digas que el Juez lo ha archivado? , Anna se quedó de piedra….no me lo puedo  de creer.

-Pues si, hija. Le han dado carpetazo y  se acabó el asunto. Oficialmente aquí nunca ha ocurrido nada. Esta es la España pedánea que no sabe/no contesta/no se entera . O  que no se quiere enterar.

-¿El caso está cerrado?

-Si, señora.

– Ya, ése funcionario está sonaja, más  que las maracas del Machín. Se rayó más de la cuenta y abusó de los  estimulantes  mientras se preparaba la oposición y ha salido avinagrado,  mortecino, falso profeta y con ganas de fama  televisiva.

-Anna…

-Si Anna, ni gaitas: otro que va de Juez estrella, cuando  en realidad tiene una cara de vincalero hibridado con un guardia civil degradado  y que  tan sólo se le moja el  culo cuando ve un micrófono ante su cara. Entonces se transforma  en personaje afogarado y depredador de la  toga con diletante apego al papel couché.

-Si, podría conceder que las cámaras  de TV le atraen…, terció  Jeno.

– Lleva unas greñas  que le llegan por la cadera. Le apodan “El manolo”, porque  debía de haber formado parte del grupo musical lorailo lailo de Los Manolos” durante  las  Olimpiadas del 1992.

  Con un gesto de complicidad le  espetó:

-Ya sabes, es de los “progresistas” y se cuenta la anécdota de que un día vino  una pareja de policías nacionales  trayendo a un detenido esposado, casi mete en la cárcel a los policías y , por supuesto, dejó al detenido en libertad sin cargos inmediatamente.

-¿Porqué?

-Pues porque el detenido  en realidad no era un peligroso atracador a  mano armada de los que  se agarran a la escopeta recortada, sino una víctima de ésta sociedad hedionda. Un luchador social.  Una  víctima del capitalismo desaforado que atenaza nuestra sociedad beata,  camastrona, misacantana y pacata. La España  híbrida del botijo cutre, la frasca de vino peleón  y  la avena loca del Ruedo Ibérico.

-Ya.

-El pequeño detalle de que ése detenido  le hubiera disparado al  cajero del banco en la rodilla haciéndosela pulpa de guacamole es simplemente una circunstancia  anecdótica y  tangencial que en nada afecta a la  impecable sentencia de nuestro amigo.

– Ciertamente. Además hoy día  se realizan prótesis artificiales con titanio y éste  cajero no debería de hacerse la víctima. Con presteza y elegancia, nuestro  “juez progresista” que casi empapela a los dos funcionarios policiales que le custodiaban.

– Es  penoso que una parte de la sociedad, afortunadamente sólo unos pocos nostálgicos, no entiendan la enorme sapiencia de ésta decisión judicial tan elaborada y tan correcta.

-Pero, y dejándonos de sarcasmos y evitando  hablar con sordina y  con fina  ironía: ¿cómo es eso posible en un Estado de Derecho?, tartamudeó ella.

Jeno  le interrumpió. Y ahora  habló con total sinceridad:

Porque  aquí está pringado desde el  Juez menestral ,  hasta el  clerizonte Secretario Judicial, pasando por  el  almagre anónimo del Fiscal, el verriondo  Oficial de la Condicional, el babeante mozo de espadas y hasta la señora de la limpieza y el susumcorda, terció  Jeno, de nuevo. Esta  putrefacta democracia ha echado tres paletadas de tierra sobre el  ataúd de  Montesquieu…

 -Pero… ¿por qué?, dijo  Anna.

-Pues  porque cuando enterraron a Sócrates se hundió el último vestigio de decencia.  Este filósofo, hijo del escultor Sofronisco era lo suficientemente rico como para vivir  tocándose la flor, pero decidió luchar y ser un tipo honesto.  Luchó contra los politiquillos, desafió a los Treinta Tiranos y luchó por la verdadera democracia, luchó y demostró su valor en el campo de batalla (llegó  a ponerse  el peto de hoplita y  ensartar a unos cuantos infelices con la espada, pero sobre todo, puso en fila de  a uno a los  sofistas que  alquilaban sus servicios por unas monedas.

-¿Sofistas? ¿Alquiler de la Sabiduría? Explica, chaval, que yo hice la ESO y me lavaba el pelo con aceite, para que se me quedase más fino al tacto. Eso me afectó el cerebro.

-. Los sofistas eran unos tipos que vivían en el siglo IV antes de  Cristo en la Hélade.

-¿En una heladería?

-No, en la antigua Grecia. Los sofistas  eran unos tipos que  eran expertos en retórica y sabían hablar muy bien en público. A cambio de un óbolo o  cantidad en metálico podían tergiversar cualquier cosa, convirtiendo  el argumento débil en fuerte. Mensaje  subliminal: Pues que todo se prostituye  por dinero.

Hay  muchas preguntas  sin responder. ¿Por qué la epidemia que asoló Akra leuka no pudo pararse a tiempo?

Uno: Las mafias de transporte de  inmigrantes ilegales  mueven mucha pasta. No se supo luchar contra ellas.

Dos. Los  del departamento  sanitario están metidos con calzador la  gran mayoría y mean todos contra la pared cuando la Nomenklatura y el zampolit se lo demanda. Los pocos funcionarios que quedan están hibernando y tratan de  sobrevivir sin meterse en fregados.  Los de  Sanidad  no pueden reconocer que la pandemia se originó  porque se les ha colado un  inmigrante ilegal  cargado de gérmenes. Fallaron los filtros de control en el Puerto de  Akra-leuka. Falló el sistema de  Epidemiología que no  aisló  adecuadamente la  enfermedad. Falló el CVonsejero, de parranda en las Caimán mientras aquí de recortes.  Todos esos pichaflojas de los despachos y todas sus teorías  han resultado ser papel mojado. Todos los protocolos de  actuación han sido escritos por chicos bien aseados y afeitados que  comen caliente tres veces al día y disfrutan  de becas y juegan al mus en el bar del Ministerio pelándosela  a dos manos.  A la hora de la verdad, falló el factor humano. Y, naturalmente, fallaron los políticos, que tan sólo quieren  agarrarse al Poder. Por arribismo,  por la inercia  de subirse a un coche oficial hasta para comprar el Marca, la revista favorita de Mariano.  O por devolver un favor y ser  un estómago agradecido. Ya no queda gente como el  filósofo ateniense que no tuvo miedo a enfrentarse  a la muerte bebiendo el conium.

-Creo que te estás rayando, Jenofonte. Estamos hablando de una  epidemia y tú me sales por los cerros de Úbeda con historietas de hace 2500 años, que si griegos, que si hoplitas y que si  cicutas.

-Pues mira, aunque  parezcan estar directamente relacionados, creo que  ésta  epidemia se podría haber cortado si se hubiera actuado con honestidad y con ética.

-¿No ha sido así?

-Saca tus conclusiones, Anna. «quo prodes«.¿ Quien sale beneficiado con ésto?

-Ya, Lorenzo Kemato, el Gauleiter. Se sospecha de él  que está en el Caso “ Jaguar”, un tema de conflicto de intereses y tráfico de influencias. Permitió la comercialización de un fármaco contra el asma que  genera tumores de glándulas suprarrenales. La multinacional lo había retirado de Noruega por ése problema. Pero a Lorenzo le hicieron la jugada de la cabra y le vendieron un ensayo clínico hecho en la India, marcadamente  manipulado.

-Que …está ahora de  Subdirector en el  Supremo Ministerium. Patada hacia arriba para ablandarle y que tape  el asunto. Lo han  trasladado a un puesto  superior, cerca del abrevadero del poder.

-¿Y el resto de los psicofantes?

-Pues  comiendo  en su pesebre.  Lee  mis labios: no hablarán. Ya  lo verás.  El que se mueve no sale en la foto  y  todos viven de ejercer de correcaminos  en los pasillos del Poder. Hay excepciones gloriosas  de  sanitarios que se la han jugado para  detener la pandemia, la mayoría han muerto porque han preferido  administrar la  Doxiciclina a sus pacientes antes de utilizarla para salvarse ellos.

-Pero… vamos a ver, recapitulemos.

-Eso eso, autocrítica.

-El tema de las epidemias y enfermedades que pueden ser usadas como agentes biológicas es tan antiguo como el mundo. Por ejemplo: Ya en la primavera de 1979 hubo una epidemia  de carbunco ( los anglosajones le llaman ántrax) en el Óblast ruso de  Sverdlosk..

-¿Sverdlosk? No me suena.

-Porque tú eres muy antiguo y la conocerías por su antiguo nombre Zarista, Yekaterimbug, allá en donde Cristo dio las tres voces, en los Urales. Como te decía hubo un montón de casos de carbunco y muchas muertes. Nunca se supo bien cuantas exactamente, porque la censura soviética fue tremenda. Oficialmente se echó la culpa a la carne contaminada.

-¿?

-LA realidad es mucho más prosaica y se supo varios años despues´, con al caída del Comunismo. En la zona norte de la ciudad había una fábrica secreta de armas biológicas. Hubo un escape. Un error en un operario, un filtro que se tapona. Un error humano. El turno nocturno que no lo sabe… Yuri Polikarpov ésa noche está espeso y desconoce que  no tienen dispositivo de seguridad…una larga cadena de errores humanos y ya ntenemos epidemia.

-Y muertos.

-Exacto, nunca se supo la cifra exacta

-Pero esas cosas sólo pasan en las ciudades soviéticas, tan plomizas, tan aburridas, con los trabajadores agotados y desmotivados…

-Para el carro: ¿quieres ejemplos de errores o epidemias por agentes biológicos en  países no comunistas?

– En Yanquilandia , por ejemplo: En 1953 La Operación  Caudron y  la Operación  Hesperus tenían por objetivo estudiar cómo se afecta la población civil ( a la cual, por supuesto, no se le había  advertido de nada) y les exponen a una nube tóxica , bien desde un avión o bien desde cartuchos  vía artillería desde la fragata Ben Lommond, y se les envía  una masa de gérmenes para ver cómo les afecta. Observan que se distribuye en cerca de 4 millas cuadradas (se hizo en San Francisco)  y los  microbios que  les tocan son  recipientes llenos de Serratia marcescens , Aspergillus y Bacillus globigii en un día soleado y comprobar el grado de diseminación de los citados microbios entre la población.

-Tremendo, pero eso fue en los años cincuenta, cuando  la época de la guerra  fría,  el proyecto MK ULTRA y eso está más viejo que el vodevil…

– Pues ésta es más reciente: El 31 de marzo de 1968, en las instalaciones británicas supersecretas de  Porton Down se fabricaban ,  entre otros agentes biológicos,  el gas VX y el agente GB, dos potentes  sustancias de guerra biológica. Esa noche hubo una fuga y mandaron a dos  empleados. Uno de ellos, un funcionario ejemplar: Un tal  Tom Grifiths. Taponaron la tubería por donde salía el GB, a pecho lobo, sin trajes ni hostias… pero  Tom  se quedó sonaja perdió y fue declarado inútil total para el trabajo con 39 años. Y ni una mala medalla…

-Pues igual que aquí, donde la Auxiliar de Clínica que atendió al misionero  se presentó voluntaria al trabajo…

-Y ese Tom, un funcionario ejemplar,  Y encima, esa noche, se negó a que lo llevaran al Hospital, porque había firmado un contrato de Confidencialidad y se opuso a que lo llevaran a urgencias. Sólo permitió que lo tratara el médico militar de la base de Porton Down.

-La Administración es igual de hija de puta en todas partes, observo.

-Eso no escusa a las Autoridades Sanitarias de Akralauka por éste desmierde. Tienen,  tenían responsabilidades  al más alto nivel que no han cumplido.  Pasmosamente ineficaces. No se aisló al polizón que llevaba la bacteria, la Yersinia pestis, no se aislaron a  los contactos de la pensión, no se trataron los primeros casos que llegaron al hospital con las debidas garantías. Se les cicateó la Estreptomicina y  la Doxiciclina. Han sido capaces de poner en peligro a una ciudad de 500.000 personas…No hay derecho.

-¿Y  ahora qué hacemos?, dijo ella.

-Pues tenemos dos opciones, acudid a la prensa y levantar el tema  ó  callarnos como momias.

 -El eterno dilema, pensó ella,  morir de pié ó vivir de  rodillas.

-¿Que eliges?, dijo él.

-Pues como dijo Ernesto: “para atrás, ni para tomar impulso”.

-Pues la batalla va a ser dura…

-Lo será, pero ganaremos, al final  las batallas las ganan los  hombres altos, guapos y bien parecidos que hacen la milicia en la legión, los honestos con una ampliación de la pernera del pantalón a la altura de la ingle  para que les quepan las gónadas extra size. Y las mujeres guapas e inteligentes. Además, no olvides lo que decía el gran sabio de  Siracusa.

-¿Y ese quien era?

-Pues me refiero naturalmente al Gran Arquímedes.

-Ya, ¿Qué pasa con él?

-Pues que a pesar de su edad, nunca dejó de luchar por sus ideales y nunca perdió el excepcional talento científico que llevaba dentro. Sin aspavientos se dedicaba a lo suyo, a trabajar en el laboratorio, estudiando, contando los minutos, deleitándose en su trabajo.  Le apodaban  el contador de arena, por la  minuciosidad con que realizaba sus experimentos. El no se metía en  líos, dedicado como  estaba  en cuerpo y alma a sus  experimentos. Pero  cuando los imperialistas, cuando el poderoso ejército romano sitió Siracusa,  el contador de arena  puso toda su ciencia y todo su conocimiento en la defensa de la libertad de su ciudad: creó unos espejos que concentraban la fuerza de los rayos solares e incendió al parecer  las naves romanas que bogaban  en la dársena del puerto de  Siracusa.

-Vale,  capto el sublime mensaje. Pero la defensa de lo que crees justo te lleva casi indeleblemente a  meterte en líos y en preocupaciones. Todos estos grandes  helenos terminaban muertos.

-Cierto, ser un contador de arena es trabajo ímprobo, sucio y  veces  desagradecido. Pero es tu integridad lo que permanece y la sensación  de  estar  a gusto consigo mismo.

-Ya, ya. Vale. Puedo perder mi trabajo. Cuando todo esto salga a la luz, las presiones van a ser de órdago. Por cierto, ¿Qué tal le fue a Arquímedes?

-Pues estaba trabajando en su laboratorio completamente absorto en sus experimentos, entró un legionario romano, bruto como el sólo y  el sabio le pidió que no tocase sus  instrumentos. Y – seguramente- no le hizo ni  caso.  El  soldado le dio un tajo con la espada y  mató al anciano de setenta y cinco años allí mismo.

– Luego perdió. Perdió lo más importante, su vida.

Si y tú puedes perder, cierto;  pero  mi instinto me dice que ésta vez  va a ser que no. -Ganaremos.

-¿ Estás seguro?

-No lo sé,  seguro en esta Vida sólo está Hacienda y la Muerte, pero estaré siempre a tu lado, dijo él.

-Ámame con arrojo en el peligro,  dijo ella.

 CAPITULO 1. Incubos y súcubos.

Mar de Alborán, en la actualidad.

  Ahmed sudaba copiosamente y sintió  la marea pastosa ascender por sus tripas  y  unos segundos  más tarde  sintió  el gusto-dulzón, viscoso- y comprobó con horror que el vómito era negro. Tuvo la  certeza  de que iba a morir y se le agolparon  en su retina de forma caleidoscópica y  fugaz  el confuso mensaje  enterrado en su cerebro. Los olores  del pan de sémola recién hecho por su madre, la  tibieza de las arenas de las playas de Agadir rozando  la planta de los pies y la  brisa  suave acariciando sus mejillas.

  Aunque el  hombre  apenas  recordaba su nombre, si que tenía impactado en lo más profundo de su  corteza cerebral  quien era,  y estaba muy presente para sí mismo, sabedor que éste combate a muerte contra eso sólo dependía de él mismo. Para la intrincada  ciudad de moléculas, proteínas, células, tejidos, órganos y sistemas en  cuya administración  había trabajado desde el momento de la anfimixis. Como  cualquier otro miembro de la especie humana sabía  que desde que se  encontraba en el seno materno  estaba capacitado para  absorber los productos  químicos del torrente sanguíneo de su madre y utilizarlos para tejer una delicada red  de almacenamiento y suministro de energía.

Como  ser  llevaba indeleblemente impregnado en su material genético  la capacidad para controlar, reparar, distribuir  y eliminar  sustancias  químicas  así como  combinarlas  y envolver toda esa miríada de  reacciones en breves nanosegundos para optimizar  su mecanismo de  subsistencia.

Todo ese ingente espectro de conocimiento había sido suyo, absolutamente suyo, hasta que el invasor había penetrado dentro de él,  saltando todas las barreras y disparando  frenéticamente todas las alarmas.

Ahora,  al detectar al extraño, se había retirado  casi todas sus energías para poder entablar desigual combate con la noxa infectante.

El organismo que le consumía tenía la experiencia de setecientos años asolando la superficie del planeta.  Poseía  un  ancestral  y vasto  conocimiento de las  debilidades de la Humanidad doliente  y una taimada y astuta  aproximación  para talar inmisericorde todo tipo de resistencia.  Ahmed – nervudo , atlético, simple y  mortal- y el microbio –  letal, primitivo, intrincado  e inmortal  tenían ambos un  antepasado común,  y ahora algo de cada uno de ellos, una memoria enterrada  durante millones de años ,había desencadenado en el otro  poderosas fuerzas de reconocimiento .

Mediante una continua mutación  el invasor se aplicaba a lo que mejor sabía hacer: matar y  sobrevivir.  Ya desde los  tiempos de Diocleciano  había diezmado con su  ponzoña, matando  población, tras población, devastando  y reduciendo a  polvo y cenizas  poblaciones enteras. Desde las estepas del Gobi o el desierto de  Chaugrasia,  cabalgaba de nuevo como un jinete pálido  montado por la Parca  segando con su guadaña maldita las vidas de los pobladores. 

Mediante recombinaciones genéticas  a cada paso se  iba haciendo más fuerte y resistente a las medidas para su control. Había superado con nota las  tenues barreras defensivas de Ahmed, sin duda  facilitado por el estado caquéctico y desnutrido del polizón después de tantos días de ayuno y malas condiciones de habitabilidad en los intestinos del barco: se había  deslizado taimado  entre  las  primeras líneas  de defensa.  Cuando lo creía oportuno y las condiciones eran adversas,  la bacteria se retiraba  a sus cuarteles de invierno y se adormecía en el interior de los roedores y parasitaba sin matar mientras acumulaba reserva y energía para dar el siguiente paso evolutivo.  Conocía  al detalle de todos  los pliegues de su piel, las curvas, las pistas, los recovecos con poco oxígeno donde podía reproducirse  mejor.  Y sabía que  no sólo era cuestión de  barrer a los  desprevenidos vigías unos atontados glóbulos blancos sin formación ni especial espíritu de lucha. Sabía que había que llegar a la santabárbara para hacer explotar  el bajel y producir la total  y absoluta sumisión de Ahmed.  Sabía que con  pocos esfuerzos llegaría  en  definitiva al lugar más conveniente para él, Y si se terciaban duras, pues se vehiculizaba a otros  animales aún más pequeños. Y aguantaba y callaba.  Y se enquistaba en los  ásperos desiertos de Mongolia, o en las ardientes praderas de Samarcanda. Y cuando las condiciones  fuesen las propicias, volvería a la carga  más fuerte que antes y con más rica experiencia almacenada en su material genético.

Ahmed  se  sentía tremendamente débil y sin ganas de  gana. Al principio  pensó que  su mal estado general era debido  a las  valeriánicas  emanaciones de la bodega cargada de  cereal. Si Ahmed  supiera  leer, quizás  el libro de Joseph Conrad » El Corazón de las Tinieblas»  le hubiera resultado familiar  y  se hubiera sentido  de alguna manera identificado  con el  gran escritor. pero en realidad las motivaciones del  viaje nada tenían que ver con aventuras o  deseo de exploración, sino eran mucho más fácilmente explicables por otras  razones mucho más  concretas: Una vida mejor.  Ese y no otro era el  motivo para  entrar ilegalmente en España. 

Ahmed se  quedó  casi dormido por la  fiebre que le consumía y apenas podía recordar que se encontraba en  el sollado de  el Benevenutto cerroti, un mercante de bandera  maltesa de conveniencia que había zarpado del puerto  jordano de Aquaba hacía siete días, con sus noches, hacía que había  dormido en el inmundo agujero donde se encontraba, rodeado de  ratas, mugre, restos de la escasa comida y podredumbre.

  Con lo que no había contado Ahmed  es  que  se había encontrado con un invitado no programado en la cubierta número tres del sollado del barco. El organismo se había deslizado  debajo de la primera línea de defensa, su piel, la cual conocía perfectamente.  El intruso  estaba dentro y se  había infiltrado  en el organismo cálido y  acogedor de Ahmed .

Sentía la quemazón de la fiebre y como su organismo se defendía llamando a las tropas de choque, a los  tabores de leucocitos y a las células gigantescas que como carros de combate  Panzer se enfrentaban al invasor. Estas gigantescas  células llamadas  Monocitos se enfrentaban a brazo partido con el siniestro y pequeño invasor, al tiempo que  el organismo, en un afán de  no desperdiciar energía  cerraba a cal y canto sus  vasos y finos capilares periféricos  para evitar que el inmundo atacante pudiera  colarse  y seguir su camino de destrucción y muerte.

Otros  valientes defensores  dentro de Ahmed se activaban al tocar al invasor. Incluso  llegaron a matar a algunos de ellos. Pero la marea  roja seguía. Y seguía reproduciéndose y creciendo. Dos., cuatro, ocho, dieciséis, treinta y dos…Ese crecimiento  despertó a los letárgicos  defensores y  llegaron  los apagafuegos habituales: los linfocitos níveos  que estaban montando  vigilancia en los  cuarteles situados en los ganglios de las axilas, de la ingle y del cuello. Estos que  tiraban de memoria: reconocían a un viejo enemigo, calificándolo  como extraño y peligroso, desenfundaban sus  armas y sacaban  los lanzallamas de inmunoglobulinas, empapando  al invasor  bajo un flujo viscoso que los endentecía y  sobre todo, los paralizaba .  Los muchos años de entrenamiento daban resultado  y con  su arsenal  y  sustancias que reconocían con presteza a un viejo enemigo que volvía a la carga.  Una vez inmovilizados los extraños, cercados y aislados  entraban en acción las fuerzas de élite: los legionarios  cargados con  peroxidasas,  enzimas lisantes,  bombas de napalm y Properdina  y  se activaban los batallones de la  Guardia Nacional del Complemento, con nueve  módulos ó divisiones que atacaban en tropel. Estos legionarios de nuestro organismo  tocaban a rebate y se lanzaban a la  bayoneta calada sobre el  invasor  y  segregaban  sustancias mortíferas para paralizar y destruir al bichejo inmundo. Y lo conseguían  inmovilizar y atontarle  el tiempo suficiente para que  otras esforzados  hoplitas, las células  NK  asesinas salieran  en carga  de sus garitas en  la médula de los huesos y  cargasen  como en Balaklava  a toda mecha con el  Molotov en sus manos y friesen  con gases vesicantes al  invasor.

La batalla era silenciosa pero trepidante, los cuerpos de los  soldados y los invasores se entremezclaban y como resultante aparecía una masa pútrida de  un  olor  y color muy especial: el pus.

Ahmed  todavía recuperaba  a ratos la conciencia, en medio del delirio de la fiebre desistió de pedir ayuda, suponiendo que hubiera podido levantarse y gritar. Pero lo descartó de inmediato.  Sabía que si algún miembro de la tripulación del leviatán lo descubría, muy probablemente  lo arrojarían por la borda y le mandarían  a hacer espeleología  submarina  con una bombona de butano  atada a sus tobillos. Por eso se había mantenido  oculto y silencioso a veinte pies  por debajo de la línea de perilla.

En el interior del organismo de Ahmed el combate seguía implacable.  Dos regimientos de  células  segmentadas  telegrafiaron al  Estado Mayor Central situado en la corteza  cerebral y le pidieron más oxígeno para intentar  abrasar al invasor con los  potentes radicales libres de oxígeno. Estas sustancias  eran  el último grito en tecnología armamentística  y se consideraban potentes armas químicas que destrozaban todo, incluso las propias membranas. A consecuencia de la orden del cerebro, las  células del ponto y bulbo aceleraron la respiración. El  comando de células hipotalámicas  dio la orden “mas madera”, se aumentó la temperatura y se avivó  la respiración de Ahmed, en un intentó de llevar más preciado munición a primera línea del frente.

Mientras tanto  otros centinelas internos, más especializados  procesaron  la información  de las paredes  celulares  destruidas y lanzaron la  alarma  generalizada. 

“A todos los sistemas, el antiguo enemigo ha  regresado. Debe ser destruido a toda costa. El organismo espera que cada unidad combata  hasta la muerte. Clávense en las trincheras y no cedan ni un centímetro de terreno al invasor»

   

  Firmado:

  La interleukina de Guardia.

 El inmundo  ser  seguía extendiéndose,  ahora  había entrado  en el interior de los pulmones y en la rica  atmósfera de los alvéolos encontró bolsas de aire y  amamantado por el dulce  nutriente  era excelente y las condiciones  de vida mejores, se había duplicado en pocos minutos. El aire era su aliado y por eso al bicho cuanto más cerca de los pulmones, mejor.Sólo era cuestión de tiempo que  Ahmed se agotase y sus defensas empezasen a fallar.El invasor empezó a usar los alvéolos, bolsas llenas de sangre y azúcares para recuperarse, rearmarse y continuar la lucha.

Pero todo iba a ser baldío, el  invasor  había esperado millones de años, así que  unas horas más o menos le daban exactamente lo mismo.  Indiferente pasó a través  de los  acúmulos de pus y detritus de los tejidos ya  expoliados. Si, era cierto que algunas unidades  habían caído, pero el grueso de la fuerza  expedicionaria estaba indemne.  Se hartó de esperar en los feraces  terrenos del bazo y comenzó a colonizar  el parénquima del hígado, que empezó a fallar pues lleno de detritus y cadáveres, se atascó en sus cañerias.

 Fuera de  Ahmed, el barco seguía  navegando sin que nadie de su tripulación tuviera somera idea del  proceso íncubo y  súcubo que llevaban en sus bodegas.  El Benvenutto cerruti desplazaba  menos de tres  mil toneladas y, conforme  a La Ley  Marítima Helms de  Préstamos  y  Arriendos, los leviatanes de ese calado podían ser armados en países con  leyes  muy flexibles  en materia de seguridad, motivo por el cual  portaba bandera de conveniencia, y  el armador, un griego de  Corfú  lleno de caspa, colesterol y billetes se forraba con cada viaje , con escasas  inversiones en seguridad y saneamiento y  había dado  órdenes estrictas de  disminuir al máximo cualquier tipo de gasto.

 Por ello  a ello, tan sólo  tres  de los  catorce miembros de su tripulación  eran de Malta.. Otro era búlgaro. El sobrecargo  era  de Brindisi y el único  que  tenía unos rudimentarios conocimientos de la lengua de Cervantes y, dado que también chapurreaba algo de inglés, era el encargado de llevar  el papeleo inherente al  atraque en la dársena oeste del puerto de Akraleuka..  El resto de la leva  eran  de origen árabe ,  dos sudaneses  de Darfur huidos de la guerrilla esclavos modernos  que había  pagado la friolera de  800 dólares por sus pasaportes falsos..

El carguero era un barco vulgar, lleno de  hollín y con olor a  ajo y meados de perro. Y en  el sollado llevaba un cargamento de sorgo con destino al puerto  de Aarus, en Dinamarca Habían zarpado  de  Aqaba  hacía  tres semanas, y unas horas antes de salir  Ahmed se había colado de polizón en un  descuido  .Llevaba  ya  muchas  horas  escondido.  Se felicitaba porque –de momento- sus planes  habían  salido de acuerdo a sus expectativas, pero no se hacía ilusiones acerca del trato que se le depararía caso de ser descubierto, por eso permanecía  como un animal inmóvil sabedor que se habían dado casos de capitanes sin escrúpulos que arrojaban  los polizones al mar sin mas miramientos  caso de ser descubiertos. 

El  árabe  entendió con resignación su futuro y empezó a dejar de luchar. “Mahtkub”, dijo,- estaba escrito-. Con un último estertor, pensó en su madre y dijo.

“Inch´Allah”. Lo que diga  Alá. .

El  microorganismo que había matado  a Ahmed  no se sintió especialmente  victorioso, pues estaba acostumbrado a ganar desde tiempo inmemorial. Y eso sí, esperó en la oscuridad. 

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