Aquella noche volví a soñar con ella. Era tan hermosa que podría ser confundida con un ángel, un poderoso ángel que me protege y vela todas las noches por mis sueños desde algún lugar en la distancia. Aunque su rostro es pálido, muestra un brillo sobrenatural, mágico, y sus ojos, de un color azul zafiro, revelan la sabiduría de quien ha vivido miles de vidas a pesar de la juventud que muestra su rostro aunque su cabello rubio cortado por el hombro la hacía parecer muy mayor. Vestía un bonito vestido de un color azul cielo que le resaltaba aun más sus grandes ojos azules.

Cada noche desde que empecé a soñar con ella, me miraba con temor, como si en cualquier momento pudiera desaparecer y nunca podría volver a verme, pero había algo más en su mirada, como si nuestro encuentro siempre fuera casual cuando en realidad llevaba viéndola un par de semanas, pero siempre parecía sorprendida como si fuera nuestro primer encuentro.

La primera vez que la vi en mis sueños no conseguí hablar con ella, ya que no gesticuló palabra alguna. Conforme pasaban las noches, los sueños empezaron a cambiar, se volvían más nítidos y, además, ella comenzó a hablarme palabras sin sentido y a mostrarme imágenes de su vida.

-Escúcheme, mi señora- la habitación era bastante amplia y parecía un despacho, en el cual estaba la mujer de mis sueños y un señor muy preocupado- Ella es la elegida. Sólo ella conseguirá salvarnos.

-Se perfectamente cuál es su destino, pero es peligroso para ella estar aquí, sobretodo con la actividad tan fuerte que estamos teniendo en estos momentos.

-Se que está preocupada-el hombre se giró para darle la espalda a la mujer-Pero ella tiene que aprender a usar sus poderes, antes de que ellos sean más poderosos. Nuestro futuro está en juego y si ella no cumple la misión para la cual ha nacido, todos moriremos.

– Ella es muy joven todavía y puede que no esté a la altura de la situación pero si es lo que deseas iré a buscarla el día de su decimosexto cumpleaños. Ese día su destino le será revelado.

El sueño finalizó volviéndose todo oscuro. Los primeros rayos de sol entraban por la ventana anunciando la llegada de un nuevo día.

Adormilada todavía, bajé las escaleras para ir a la cocina para prepararme el desayuno antes de ir otro día más al instituto. Las vacaciones de verano estaban cerca con lo que las clases cada día se hacían más pesadas pues el calor en esta época del año era insufrible y el hecho de estar seis horas sentada en una habitación cerrada no ayudaba a que las horas pasasen a una velocidad normal

-Hola Kayla- saluda mi madre sacándome de mis pensamientos.

-Hola mamá- saludo mientras tengo un gran bostezo.

-Has tenido dulces sueños parece ser-ella estaba al tanto de mis extraños sueños.

Le conté acerca de mis sueños tras la semana de haber tenido el primero. Bueno, más bien ella noto algo raro. Me quedaba dormida en cualquier sitio por muy incómodo que fuera y cuando estaba despierta mi mente simplemente tampoco estaba atenta a nada, parecía una sonámbula con los ojos abiertos, lo que afectó a mi rendimiento escolar y al final acabé soltando todo y con ello la cosa mejoró. Ellos no podían parar mis sueños pero hacían lo que podían.

Todos los días, en el camino hacia el instituto, me encuentro con Daphne y Valeria, mis mejores amigas. Nos conocimos cuando íbamos a la guardería y durante unos cuantos años, creo que hasta que cumplí los diez, éramos casi inseparables pero la distancia de no estar en el mismo colegio fue enfriando nuestra relación. Años más tarde, cuando ambas pasamos a segundo de E.S.O., tuvimos la suerte de coincidir en la misma clase y simplemente volvimos a congeniar al instante como si nunca nos hubiéramos separado.

-Entonces, Kayla. ¿Qué hay que preparar para el viernes?- ambas me echaron el brazo por los hombros y lucían una gran sonrisa.

-¿Qué ocurre el viernes?- pregunto extrañada.

-Oh no- salta Daphne- Valeria aléjate de Kayla. A nuestra amiga la han secuestrado los extraterrestres, fíjate no se acuerda ni de su cumpleaños que coincide con la finalización del curso.

Ambas pusieron cara de espanto, como si de verdad fuera un extraterrestre que había secuestrado a su amiga. Supongo que estos momentos me encantaban, cuando exageraban las cosas convirtiéndolas en una cuestión de vida o muerte.

-No lo había olvidado- replico- es solo que no había caído en el momento en el que lo habéis preguntado.

Me miraron con cara sospechosa, analizando cada movimiento que hacía. Se miraron un momento y se ponen a reír a carcajadas.

-Te los has creído- les faltaba el aire y apenas podían hablar.

Lo único bueno de que se acerquen las vacaciones de verano, es que algunos profesores dejan de lado los libros y proponen juegos para que podamos divertirnos, pero siempre se puede encontrar la excepción, sobre todo si es con el profesor de matemáticas a las 2 de la tarde que es la hora de comer.

Cuando acaban las clases, nadie puede creérselo. Parecía que habían pasado siglos desde que ese hombre entró a nuestra clase y comenzó a explicarnos la Teoría de Pitágoras.

-Hola mamá, hola papa-saludo.

-Normal para estar acabando el curso-sus ojos se miran y sé que hoy no va a ser una comida tranquila.

-Kayla- volvieron a mirarse- queríamos hablar contigo, pues creemos que ya no tenemos mucho tiempo.

– Hace casi dieciséis años- duda, no sabe como continuar- Aquella mañana era una mañana corriente, como otra cualquiera, tu madre y yo nos levantamos y desayunamos como hacíamos cada mañana pero al salir a la puerta para ir al trabajo nos encontramos una hermosa niña envuelta en unas sabanas. Eras tú, Kayla.

No. No puede ser verdad, pero veo en sus ojos su sufrimiento y sé que es verdad. Entonces, ¿quién soy yo?

-Tu madre nos dejó una carta el día en que te encontramos- muestra un sobre que esta amarillo, quizás por el paso de los años o de las muchas veces que ha leído la carta.

ELLA ES MI HIJA. ESPERO DEJARLA A BUEN RECAUDO. CUIDENLA COMO YO NO VOY A PODER HACER. EN SUS MANOS DEJO EL FUTURO DEL MUNDO.VOLVERÉ. HASTA PRONTO, MI AMADA HIJA.

-¿Una maldita carta?-grito- Esto no es una carta, esto es una miserable y estúpido papel con tres frases que no dicen nada. ¿Qué volverá? Tal vez en ese momento yo no quiera verla. No definitivamente no quiero verla.

-Cálmate- me decía mi madre mientras yo no paraba de moverme de un lado para otro agitando los brazos. Quería pegar a alguien, a algo, irremediablemente tenía que golpear algún objeto para sacar toda la rabia e ira que llevaba.- Escucha. Sé que no es mucho pero creo que dice suficiente. Te quería….Te quiere.

No. Todo ha cambiado. Ya no puedo confiar en nadie ni en nada. Subo corriendo a mi habitación pues por el momento quiero estar a solas. Necesito tiempo para asimilar esta bomba que me han soltado. ¿Por qué? ¿Por qué ahora? No lo entiendo. Yo era feliz sin saber nada, ajena a toda esta realidad.

Poco a poco las lágrimas comienzan a caer por todas las cosas que he perdido. Mi identidad. Mi familia. No a ellos no, puede que no sean mis verdaderos padres pero eso no quita todo lo que han hecho por mí, cuanto han luchado para que pudiese llevar una buena vida. Por su sacrificio, hoy soy quien soy.

De pronto, se escucha alguien llamando a la puerta de mi habitación.

-Kayla, ¿puedo pasar?-pregunta mi madre sin atreverse a abrir la puerta. Me levanto de la cama y soy yo la que abre la puerta- ¿Podemos hablar?

-Pasa- su mirada dice que no va a aceptar un no por respuesta. Además todavía tengo preguntas.

-Kayla, soy tu madre. Te he criado como tal y para mi eres como la hija que nunca he podido tener. Sé que es difícil de comprender pero tengo la esperanza de que tu madre te quería tanto que no tuvo más remedio que dejarte para que fueras feliz, porque como madre, no podría abandonar a mi hija- parecía tan triste y tan absorta en sus pensamientos- Ella volverá muy pronto, y cuando llegue ese momento déjala que hable, os vendrá bien a las dos. ¿Me lo prometes?

-Sí- suspiro con pesar- Pero solo cinco minutos.

Y aquí acaba nuestra conversación. No será mi madre biológica pero soy tan tozuda como ella y ella lo sabe, si he dicho cinco minutos no habrá forma de conseguir que cambie de idea.

La semana avanza lentamente, los días se hacen interminables, aburridos. Ya no hay nada que hacer sin embargo parece que tenemos que guardar las apariencias un poco mas. Parece que si el verano no quisiese llegar todavía, no hay niños en las calles jugando, las piscinas siguen cerradas a cal y canto, y todavía no huele ese aire de libertad.

Por fin, viernes. Mi cumpleaños, mi dia hacia la libertad. Acaba el instituto finalmente. Se acabó el estudiar dia si y dia también. Se acabó madrugar todos los días para ir a clase, los deberes por la tardes, las actividades extraescolares. Todo ha terminado, puedo divertirme otra vez.

Las clases han acabado y el aire que se respira es espectacular. Todos los estudiantes van a sus casas y parecen que van volando como si fueran plumas. Se acabaron los agobios y eso se nota, el aire es menos pesado, ya no hay suspiros en el ambiente por una mala calificación en un examen o la agonía que se siente antes de uno.

-Mamá ya estoy aquí- grito en el momento en el que abro la puerta de mi casa.

-Kayla- me mira con angustia- Alguien te está esperando.

-¿Quién?-miro extrañada sin comprender. No esperaba visita de nadie. Es decir, ya se que es mi cumpleaños y mis abuelos suelen venir este día pero por la mirada de mi madre se que no son ellos. ¿Podría ser…? Corro rápidamente al salón donde mi madre había desaparecido unos instantes antes.

-Hola, Kayla- saluda una mujer. Era ella, la mujer de mis sueños. La que tanto tiempo llevaba esperando para que me diera alguna solución. Era tal y como la había estado soñando.

Espero, prometí escucharla antes de sacar alguna conclusión, pero estoy al borde de una ataque de nervios, quiero gritarle, pedirle, no, ordenarle que se vaya, que no la quiero ver. Los minutos pasan y ninguna de las dos habla, ella parece petrificada.

-No tengo todo el día- salto al final- ¿Vas a hablar o vas a estar mirándome? Porque para ello no me necesitas. Mi madre tiene fotos de cada momento importante de mi vida, ella puede enseñártelo.

-Kayla- me regaña mi madre- Pide disculpas ahora mismo.

-¿Por qué?- trato de excusarme- Si ha venido para algo que hable porque yo no quiero hablar con ella.

-Lo siento- dice- Mi nombre es Safira y llevo esperando este momento demasiados años. Tenia preparado un discurso para no olvidarme de nada pero acabo de olvidarlo y no se por donde empezar.

-Empieza por el principio- era una situación obvia- Me has dicho tu nombre pero, ¿que tiene que ver conmigo? ¿Por qué estoy soñando cada noche contigo?

-Desde siempre nuestra familia ha sufrido una “maldición” que nos persigue desde el momento en el que nacemos. Para protegerte de ella, decidí abandonarte lejos, en un sitio donde ellos no se atreverían a buscar, un sitio donde estarías a salvo hasta que llegara el momento, pues aunque se puede aplazar la maldición es algo con lo que vas a tener que vivir cada día.

Genial, simplemente genial. Esta tía está loca. Me habla de maldiciones en el siglo XXI. Ya nadie cree en esas cosas, desean que sea real, pero todos saben que no lo es.

-¿Estás de broma no?- conjeturo- Esas cosas no existen.

-Los humanos no saben de su existencia, pero nuestra familia lleva protegiéndolos durante generaciones, preservando la humanidad de los peligros del universo, a cambio de nuestra libertad y muchas veces de nuestra vida.

-¿Los humanos?-pregunto extrañada- ¿Y tu que eres? ¿Una extraterrestre?

-Kayla, por favor- volvió a gritar mi madre- Prometiste escucharla. Deja de decir tonterías cada vez que dice una palabra.

-Mi…Nuestra historia es muy difícil de contar, y mucho mas difícil creer-respira un momento- Pero te juro que es verdad.

Se queda pensando un momento y mira hacia la ventana.

-Hace mucho tiempo, cuando el sol iluminó por primera vez la galaxia, nacieron en él unos seres mágicos que se llamaron a si mismo solanos, los provenientes del Sol. Sus habitantes fueron felices durante siglos pero de pronto aparecieron los seres humanos en la Tierra. Los seres humanos empezaron a contaminarla, a ensuciarla con vertidos, a simplemente buscar un bien para ellos mismos, eran egoístas y aun siguen siéndolo. Los habitantes del Sol observaban como los seres malvados del universo se acercaban al planeta, ensuciando vuestras mentes. Por ello, crearon una puerta, una puerta que contendría a todos los demonios. Pero la puerta no puede ser cerrada eternamente, cada dos generaciones de gobernantes, la puerta se abre liberando todo lo maligno que en ella alberga. No podemos dejar que se abra, tu eres la llave, te necesitamos para cerrarla.

-Mamá, llama al manicomio, rápido. Ésta mujer está loca- digo con impaciencia.

-Kayla, nosotros la creemos- se miran mutuamente- Ella es tu madre.

-Vaaalee- pienso por un momento- Daphne, Valeria se que estais escondidas en algún rincón, esto no tiene gracia, salid ya y no es broma.

-Kayla, te quiero, pero eres idiota. Ten un poco de fe. Siempre te han gustado estas historias y ahora que son verdad te niegas a creerlas.

-Porque son historias-grito. Me paro un segundo y respiro profundamente- ¿Es verdad?

-Lo es- la mujer que dice ser mi madre se acerca hacia mi- Y ahora, ¿estás dispuesta a venir a casa conmigo? Prometo explicarte todo mas detenidamente allí, pero no aquí, seguimos en peligro.

-Pero, mis padres, mis amigos, mi vida está aquí- respondo.

-Tendrás una nueva vida donde vamos, nuevos amigos, y esto no es un adiós después de todo. Volverás a verlos algún dia.

Tengo que abandonar todo aquello que me es conocido. Mi actual vida, mis amigos, el instituto. Bueno sinceramente, es lo único que no voy a echar de menos. Pero mis padres, siento que les debo mucho y abandonarlos asi, de repente, no me parece justo. Se que mi vida está cambiando o mejor dicho ha cambiado drásticamente, no esperaba este cambio en mi futuro. Esto ha sido como una carrera contrarreloj, sin embargo yo no sabía que estaba metida en ella y que el punto cero-cero llegaría hoy.

-Podemos irnos ya- Safira estaba apurada- Las cosas que tienes aquí no funcionan allí y toma esto, te protegerá, no debes quitártela nunca.

-¿Cómo que podemos irnos ya?-replico- dame un respiro. Acabas de llegar, cuentas tu historia y nos vamos, pues no. Dame un momento.

No quiero irme y sin embargo mi madre tenia razón en una cosa. Hace muchos años, cuando aun era una niña soñaba con viajar por todo el universo conocido, soñaba con tener super poderes como los de superman o spiderman.

-Mamá, papá, no quiero irme y dejaros solos- digo con total sinceridad.

-Hija mia, el dia que apareciste en la puerta de nuestra casa sabíamos que eras especial. Ahora esta en tu mano asegurar nuestro futuro, pero si alguna vez quieres volver las puertas de esta casa siempre estarán abiertas para ti- y nos fundimos en un gran abrazo.

-Ya podemos irnos-me resigno a mi marcha. Algún dia volveré y ese dia será el mas feliz de todos.

Safira me toma la mano y yo cierro los ojos. No quiero abrirlos, el pánico me domina, siento mi respiración entrecortada y los nervios a flor de piel. No me siento bien, tengo náuseas.

-Bienvenida a nuestro mundo, guardiana-dijo Safira. Fui abriendo los ojos y descubro un mundo inmenso y bellísimo. Todo a mi alrededor era dorado, las calles, las casas, es hermoso.-Ven, vamos a enseñarte nuestro palacio.

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