De niño admiré a Nicolás con su poema el cosmonauta. Dos décadas después, emocionado, subía al avión por primera vez; y el avión sube, sube, sube, sube, sube, sube, sube, sube, sube, sube ¿y yo? Ni siquiera vi el butacón.
De niño admiré a Nicolás con su poema el cosmonauta. Dos décadas después, emocionado, subía al avión por primera vez; y el avión sube, sube, sube, sube, sube, sube, sube, sube, sube, sube ¿y yo? Ni siquiera vi el butacón.
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