París, un día de diciembre
Querido Lamartine:
«Nuestra cabeza está hecha de ideas» dice este estúpido collage que acabo de terminar. Es frustrante, si ti no escribo, no pinto, no siento, y sé que dentro tengo un arsenal, pero me falta esa emoción, esa moción que tú me das
Maldigo los países, los idiomas y las fronteras, y todas esas invenciones del hombre que ponen distancia entre tú y yo, maldigo el dinero, la crisis y el miedo. Me maldigo, por haber huido de ti, te maldigo por no haberme venido a buscar.
Me da miedo, me da pánico coger ese avión e ir a buscarte estés donde estés, pero lo voy a hacer, me da igual encontrarme con tu frialdad, con un azul que te gobierne por entero, y una gélida corteza imposible de trepanar. Pero necesito verte, necesito decirte todo lo que te escribo y todo lo que te pienso. Y sí no logro que volvamos a ser, al menos lo habré intentado.
Tú Lamartine y yo Hugo ¿recuerdas?
Tengo la cabeza llena de ideas, pero mi único pensamiento eres tú.
Hugo.
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