Es más de media noche, y aún permanezco sentado en el sofá de la biblioteca acompañado por la luz de una vela, un par de libros, mi perro y la música de Mozart que retumba entre estas cuatro paredes, y por tu ausencia.
He intentado, durante muchos años, hallar tu rostro entre la multitud de personas que me saludan a diario, pero ha sido imposible. Paso horas trazando la silueta de tu cuerpo, el color de tus ojos, tu cabello, tu sonrisa… ¡Hasta tu nombre y apellido! Siento que te he esperado demasiado. Me cansé. Por eso te escribo, a ti, esposa, donde quiera que estés.
P.D. Espero que llegues pronto para que escribamos el final de un cuento que he dejado sin terminar… su final es tu regreso.
Para: Mi amada esposa.
Dirección: Cualquier lugar del mundo.
De: Tu esposo, escritor y músico Carlos Perdigón.
Bogotá D.C – Colombia.
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