Desde la distancia…, que me duele el corazón de tanto echaros de menos.
Me podrán separar cientos de millas…
Me podrán separar días o meses…
Pero mi amor por vosotras siempre será inmenso.
Soy un vagabundo de la mar, compañera de trabajo y buena conocedora de mi pena por sentiros desde la distancia.
Buenos recuerdos tengo que llenan los malos momentos de soledad. Os tengo a vosotras, mi amada mujer y mi niña bonita, que fiel retrato la una de la otra sois.
En el bolsillo de mi pantalón, una foto vuestra me da templanza en las galernas y fortaleza en la calma…; pero fiempre las redes…, el palangre…, y el salitre…, que crueles erosionan mi paciencia.
Alma mía, bogando en mar encrespada, que no es alma sin vuestra presencia, que no es nada, tan sólo agua.
Si la muerte quisiera navegar conmigo, ruego a Dios os lleve mi último hálito de vida, para que, aún lejos, sepáis de mi amor.
¡Qué lento pasa el tiempo cuando se sufre en la distancia…!, que me duele el corazón de tanto echaros de menos.
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