Que otro cuerpo repose en el tuyo, que se funda como se funde con el mío, no me atemoriza tanto, como el que la garra de una pasión ajena, atraviese la muralla de mi confianza y desgarre con su frío filo, el sentimiento que tengo por ti, que no se desangre mi imaginación, creando amantes en todas las esquinas, temo que mi vista se nuble con la imagen de ti acompañado de otro, que me robe, me usurpe en el papel de dador de placer, de entrega total.
Que no sea yo quien arrebate esos impulsos casi agonizantes de tu éxtasis en pleno furor, temo que no sea mi sudor el que haga resbalar tus manos, temo que el amante violento que se desata en ti, cuando te mezclas con mi lujuria hambrienta, sacie la de otro, uno que no le importa tu nombre ni tu interior, solo tomara de ti lo que necesita y luego te dejara. Pero más temo que te guste y que prefieras ir allí a donde no estoy yo, donde mi calor no es necesario…
No te niego que también temo que mi propia libido persiga como perro hambriento la lujuria ofrecida en la calle, que mis ojos pierdan el camino que me lleva a vos, temo caer y volver al error.
Son mis temores los que se convierten en sombras que hasta se atreven a susurrarme historias, envenenando mi espíritu libre, son ellos lo que me han hecho gritar y aspirar el aire vicioso de la duda. Pero sabes, yo sé que no soy dueño de tus pasos, no los puedo seguir a todas partes, no puedo rastrearlos en cada camino, yo quiero creer en tus palabras quiero ser libre de las cadenas a las que me ata mi propia mente, porque si hay algo a lo que más temo, sobre cada una de esas dudas, que nacen como espinas sobre la rosa, es a perderte, a que ese camino te lleve lejos de mi. no es que te prefiera compartido, no puedo preferirte solo mío, pero quiero y puedo desearte a mi lado y esperar que tú me desees de la misma manera.
Cristian D. Rodríguez.
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