(El presente ensayo fue escrito en finales del año 2011)
Una de mis frases favoritas, de François Marie Arouet, es la que repitió en varias ocasiones, posiblemente por ser consecuente con el contenido de ella misma; Arouet o como solía hacerse llamar Voltaire, supo decir: “Decimos una tontería y a fuerza de repetirla acabamos creyéndola”.
Breve reseña del filósofo, escritor y demás, François Marie Arouet.
Es posible que tal dicho haya sido en gran parte, algo más concerniente a su sabiduría social, que a las meninges del escritor, abogado, filósofo y demás estudios que cargaba sobre sus espaldas este parisino del 1700. Lo que dice que tenía un buen oído para saber escuchar al pueblo. Porque no hay dudas que en el fuego de la sociedad se encuentran las musas que inspiran las mejores frases y los mejores discursos; están allí guardados los tesoros de la experiencia popular, la memoria social, el mejor recurso que tiene el ser humano para poder afrontar el futuro. E indudablemente que Voltaire-Arouet lo sabía y lo explotó para la concreción de su obra.
También fue este fuego inspirador el que hizo de Voltaire-Arouet un prolífico escritor irónico y arriesgado para su época, desvelando en sus letras problemas y tópicos que ponía, los calzones al aire de los señores y señoras de la sociedad. Eso le valió expulsiones, encarcelamiento, disputas, destierro que no calmaron sus convicciones, llevándolo a seguir con su tarea poniendo más fuerza y con adhesión de notables que veían en sus escritos, razones que defender.
En 1718 tras un año de reclusión en la Bastilla por ofender al Duque de Orleáns en una Sátira, fue desterrado a Châtenay-Malabry donde adoptó el seudónimo de Voltaire. Son esos tiempos de convulsiones personales en que lo aman y odian, donde se crea el caldo de cultivo de su filosofía sobre la tolerancia, base de todo su pensamiento.
A pesar de haber profesado sus ideas contrarias hacia todo tipo de religiones; así criticó tanto a los judíos que se creen la madre de las religiones y el pueblo elegido, como a los musulmanes tratándolos de temerosos ante estos últimos. Estuvo en contra de todo tipo de fanatismo clerical, pero promovía la diversidad religiosa, así lo menciona en su Tratado sobre la Tolerancia que escribe en 1764.
No hay dudas que hay que analizar su subversivo diálogo respetando las condicionantes de la época.
Entre 1718 y 1791, año en que fallece, Voltaire-Arouet supo acumular una fortuna gracias a su saber hacer negocios que le dieron ganancias, para que su preocupación fuese otra que la de comer todos los días.
En esos días, en 1759 se dice, porque no está totalmente confirmado que haya sido él quién lo hiciera, escribió Cándido o El Optimismo.
La obra trata de un personaje que se ve vapuleado por la vida de un lado a otro, pero ha sido educado e instruido con una base filosófica tan fuerte que ha formado una fe ciega en su espíritu, lo que le permite seguir adelante aun cuando las adversidades le rodean. El personaje de nombre como la obra, Cándido, enamorado de su Cunegonda es formado por un dudoso filósofo de nombre Pangloss (nombre que deriva del griego y que significa: “el que siempre tiene algo que decir”).
Aunque el principal centro de atención es Cándido, lo importante en el escrito es Pangloss y sus enseñanzas, es tan profundo el trabajo que ha hecho sobre el alma del joven, que a este le es imposible reaccionar de otra manera más que como lo marcan los paradigmas “panglossianos”.
La narración está compuesta de 30 capítulos de rápida estructura que muestran el viaje de este joven desde el castillo donde habita, pasando por aventuras y el Nuevo Mundo que en ese entonces era la recién descubierta América, regresando al Viejo Mundo hasta los Jardines de Constantinopla donde vuelve a encontrar por tercera vez a su amada Cunegonda, a quién pierde de vista en el primer capítulo y que por haber permitido que la sangre hirviese, es echado a patadas del castillo para dar comienzo a sus desventuras. Y así dan comienzo sus andanzas al salir con el trasero enrojecido del Thunder-ten-Odorless por un rollito con la hija del Barón.
Del segundo al tercer capítulo Cándido es enrolado en el ejército de Federico II casi sin saberlo, para hacer la guerra contra los búlgaros. En adelante, Cándido encuentra a su maestro Pangloss y juntos se pasean por mil vicisitudes hasta el capítulo décimo donde se encuentra con su amada y se embarcan al Nuevo Mundo recalando en Buenos Aires, en el capítulo XIII.
Ya en Buenos Aires pierde su amante en manos del Gobernador, un espécimen que por desgracia pinta al rufián que conocemos en Argentina demasiado bien, y asombra saber que en esa época Voltaire pudo ver el futuro con tanta claridad, que con dos pinceladas retrató la clase política que reinaría desde ese entonces en adelante sobre el pueblo austral.
Se relaciona el personaje con el pueblo, y de la mano de un Jesuita y preso del miedo de ser perseguido por quienes le querían hacer justicia ante robos anteriores, parten camino al Paraguay; pasan por Tucumán y allí se les suma un criado muy despabilado de nombre Cacambo y quien acompaña en la aventura por el resto del Nuevo Mundo.
Es en esta incursión en las vírgenes mentes de los proto-argentinos, donde probablemente queda fija la filosofía de Cándido y su maestro Pangloss. Sin dudas que en su afable verborragia ellos desparramaron sus enseñanzas, y fertilizaron a lo largo de su andar con sus ejemplos.
El paradigma de Pangloss que insertó también en el cerebro de Cándido es muy simple, “todos vivimos en el mejor de los mundos posibles”, por lo tanto todo es tolerable porque si fue hecho y puesto de determinado modo, debe ser que ese es el mejor modo que hay.
Porque CFK (Cristina Fernández Kirchner) ganó la reelección.
Esta tolerancia sumisa, es de un optimismo total y concede a las vicisitudes que ocurren, el grado de “cosa cualitativamente mejor hecha”; por lo que no hay que preocuparse en buscar otra alternativa.
En resumen y llevado el paradigma a estos días, es fácil deducir cuál es la frase: “Y ES LO QUE HAY”.
Con esto aceptamos el jornal, con esto perdonamos un insulto o una agresión de género, con esto nos acomodamos en la última fila del cine y con esto votamos al peor candidato.
Esa es la filosofía de Pangloss, “Es lo que hay y el mejor de los mundos posibles, porque otro no podría existir; de haber otro mejor estaríamos allí”. La tolerancia llevada al exceso nos lleva al sometimiento, porque cualquier ley en exceso es mala.
Creo fielmente que Cándido existió, que piso Argentina y dejó la célebre frase incrustada en las mentes de aquellos ciudadanos; por lo que desde aquellos días nos contentamos con “Y es lo que hay”.
Reflexione el lector recordando cuál fue la razón que le llevó a mantener en el gobierno a un personaje real, como la Señora CFK. Entre ella y sus adversarios políticos, para una gran mayoría, no tuvieron mejor alternativa que votarle nuevamente, lo que nos lleva a otro refrán popular: “Mejor malo conocido, que bueno por conocer”. Y aún hay un tercer dicho popular que se aplica en la mayoría de los gobiernos elegidos bajo la “supuesta” democracia: “Cada pueblo tiene a los gobernantes que se merece. (O parafraseado: “No es que los pueblos tengan los gobernantes que se merecen, sino que la gente (el pueblo) tiene los gobernantes que se le parecen” dicho por el filósofo francés André Malraux.)
Conclusión: los argentinos son devotos fieles de Pangloss y su paradigma panglossiano y su destino fue escrito por Voltaire.
OPINIONES Y COMENTARIOS