Era tarde, el despertador de su móvil no había sonado. otra vez llegaría tarde al trabajo.¡Maldito móvil!.- Dijo Marta dando un respingo de la cama y poniéndose en pié ¡Otra vez se ha muerto! ¡A ver que le pasa ahora!
Se vistió rápida, cogió su smartphone de reserva y salió escaleras abajo como alma que lleva el diablo, corría escaleras abajo cuando sonó el busca y la interrumpió en su estrepitosa carrera.
¿Dónde estás? Solo faltas tu.
¡Mierda!,¡coño! No he cogido el Pendrive de la presentación.- Dijo mientras volvía a subir a por el. Estaba agotada y aún no había empezado el día. Mientras bajaba las escaleras miró su aplicación del tráfico, quería saber la ruta con menos retenciones hasta la oficina, contestó a dos Whats App de sus amigas y quedó con otras dos por el Face y subió una foto del último cumpleaños al que asistió, ante las incesantes peticiones en su muro.
Recogió su coche del garaje inteligente, lo hizo con un sms desde su móvil, para cuándo llegó ya estaba preparado en la puerta. Se subió, conectó su Mp3 al equipo del coche, se había convertido en toda una experta con el aTube catcher. Activó el bluetooth y puso su música a todo trapo.
Cuando llegó a la oficina estaban todos sentados en la sala de juntas. Habían iniciado la videoconferencia con los inversores. Todos la miraron expectántes al verla entrar. El traje de chaqueta ajustado dejaba ver sus descaradas curvas, la camisa un generoso escote y el desafiante tacón de sus zapatos la seguridad de tener el éxito en un solo clic.
Todos se quedaron perplejos ante la elocuencia de sus palabras, el programa que estaba presentando era lo último en Nanotecnología. Un microchip capaz de viajar por todo el cuerpo detectando, diagnosticando y recomendando un tratamiento, medicación, dosificación e incluso pequeñas intervenciones. ¿Ciencia ficción? No, tecnología.
Todos miraban las pantallas de sus iPad en 4d , comprobando los datos que iba dando Marta. Las miradas se cruzaban con matices cómplices de satisfacción. La presentación del programa que gestionaba el chip médico había sido todo un triunfo, las caras de compañeros, prensa, televisión y de los inversores al otro lado del mundo, así lo reflejaban.
Después de una breve pero intensa pausa y ya en privado , se dispusieron a gestionar la firma de los contratos, y los pagos de los inversores mediante gestores de cobro online. Las transacciones se realizaron sin problemas. De repente una música fastuosa y estridente rompió el silencio de la sala.¿De dónde salía? ¿Quién había olvidado poner en silencio su móvil?
Marta se acercó a su silla, registró su chaqueta, abrió su bolso y ahí estaba. El maldito móvil había decidido despertar de su sueño en el peor momento posible. Tylor Momsen y su Factory Girl a todo volúmen, hicieron que todos la miraran al unísono.
Sacó el móvil, lo silenció y no pudo hacer otra cosa que guardarlo con una sonrisa en los labios mientras decía en voz baja: ¡Maldito móvil! ¡Mañana me compro otro!
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