Día a día nos encontramos usando continuamente equipos, teléfonos y maquinas, conectados a internet, redes sociales, etc. Esto me hizo en un momento dado, detenerme y recapacitar sobre ello, porque, quizá no somos tan diferentes de ellas y no dejan de ser de algún modo un reflejo de nosotros mismos.
con infinidad de sensores (∞E/S entradas y salidas) por los que recibe multitud de información y estímulos deseados e indeseados. Estamos interconectados con infinidad de sistemas y de origen estamos desprotegidos (confiado), lo cual es aprovechado por quienes sí conocen el sistema y sus vulnerabilidades para usarlas para sus propios fines e intereses (publicidad, religión, política). Continuamente estamos siendo spameados con información, mucha de ella inocua pero otra dañina. Al estar habituados a trabajar en modo “piloto automático”, no filtramos nada y recibimos mucha información inservible de la cual no somos conscientes ni de que está ahí.
Un pensamiento, siempre provocará una emoción y ésta a su vez una sensación física; esto cierra un círculo constante que puede comenzar en cualquiera de esos puntos. Si detectamos a tiempo el programa y se está ejecutando en ese momento, tendremos la opción de “Cancelar” o matar el proceso; sino se instalará siguiendo su desarrollo natural afectando otras zonas, contaminando poco a poco nuestra máquina…; por ello es importante estar atentos y muy presentes.
Entonces tenemos dos opciones o combinaciones de ambas: o bien debemos detenernos y analizar esos contenidos y limpiarnos de los inservibles o dañinos, con la dificultad que esto conllevará si pasó mucho tiempo desde el último análisis o nunca se hizo (psicología). Esto en ocasiones, no será muy productivo, y lo mejor será “olvidar todo”. Podremos hacer un backup de las cosas que realmente nos son prácticas y válidas y resetearemos: formatear, reinstalar el Sistema Operativo (SO) con los programas que para nosotros son útiles. Esta vía tampoco será nada fácil, ya que renunciar al pasado, sus recuerdos, lo conocido, y aceptar que podemos empezar de 0, es también una dura y ardua tarea.
Ya sea por una u otra vía, una vez conseguido este filtrado, será importante poner mecanismos para evitar llegar a esta situación nuevamente. Esto será instalar un sistema preventivo de seguridad, aplicar filtros, firewall, antivirus… Instalarlo en nuestro sistema, para controlar en la medida de lo posible qué se ha introducido en nosotros. Porque siempre es más fácil no dejar que algo se instale a tener que desinstalarlo, teniendo en cuenta además la interacción que haya podido tener en nuestro interior con otros elementos de nuestro sistema o de las redes o elementos a los que estamos enlazados y conectados.
Todo programa, crea ramificaciones, en las cuales en ocasiones podemos identificar el origen, el proceso o fichero que se está ejecutando y está generando el problema. Pero no basta con quitarlo, ya que una vez integrado, habrá creado interacción y conexiones con múltiples elementos del sistema, engendrando procesos o rutinas derivadas. Con lo que con eliminar éste, no basta ya que habrá afectado a otras zonas o elementos, por ello debemos profundizar y conocer el programa en detalle para descubrir esas conexiones y desconectarlas una a una, antes de eliminarlo, ya que si lo eliminamos y queda alguna de estas conexiones, el sistema quedará afectado y el problema podrá persistir o regenerarse. Ahí se halla la verdadera dificultad y complejidad de que, a veces, partiendo de una ramificación, puedes descubrir todo un sistema y un origen del que proviene, que nada tiene que ver con el programa o proceso inicialmente detectado.
No sirve de nada limitarse a instalar los filtros, ya que además necesitan una supervisión o administración, lo que en el plano humano equivale al aprendizaje, y la única forma de aprender es el autoanálisis, la observación y el autoconocimiento que adquiriremos a base de la experiencia de nuestro propio discernimiento, aumentando nuestra conciencia.
Sólo adquiriendo un aprendizaje y una percepción profunda de nosotros mismos, podemos ser algo más conscientes de nuestros sensores y conexiones E/S, y de por dónde y cómo pueden entrar esas amenazas, y así poder desecharlas previamente, ya que sabemos cómo interactúan los distintos estímulos dentro de nuestro propio sistema.
Los sistema operativos (SO), como las propias personas y máquinas, son un mundo lleno de particularidades.
De serie y por comodidad nos suelen instalar un SO tradicional; las ventanitas (Windows), valores clásicos, históricos y conocidos, comunes a todo nuestro alrededor. Este sistema es muy cómodo, fácil de usar y está muy extendido entre las máquinas; en su contra, está muy estudiado, se conocen más sus vulnerabilidades, (para un atacante lo importante será poder infectar al mayor número posible), con lo que es más susceptible de ser atacado para influir sobre nosotr@s, induciéndonos ideas o pensamientos que les sean de provecho. Este será el único sistema conocido para la inmensa mayoría y la gran masa de la población, pero lo cierto es que existen muchos otros, Linux, Unix, Mac-os, etc.
Las personas con inquietudes y ganas de evolucionar, arriesgar y crear, probarán nuevos sistemas buscando el que más se ajuste a sus necesidades y mejor optimice y aproveche sus propios recursos y los de sus interconexiones. Las personas con niveles muy elevados de autoconocimiento incluso se atreverán a personalizar este sistema ajustándolo perfectamente a él, esto es, a su máquina. Pero para ello, resulta indispensable tener un alto nivel de autopercepción y conocimiento interior. No bastará con adaptarlo una vez, ya que estamos en continua evolución y cambio, y si queremos aprovechar la máquina al máximo, deberemos actualizarnos en este sentido, además de seguir eligiendo los mejores y más útiles procesos y programas para nuestra vida y circunstancia concreta.
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