EL HOMBRE SOLITARIO – II

EL HOMBRE SOLITARIO – II

La puerta se cerró detrás de su salida. El chirriar de los goznes, tanto tiempo sin engrasar, le anunciaba que su jornada había finalizado, y ahora, después de descansar unas horas, le quedaría todo el día para el… ¡No es malo tener jornada de noche!, pensó…Y eso que la noche había sido dura. La central nuclear en la que trabajaba dio la alarma de que se había producido un pequeño escape de Uranio, que por fortuna solo fue un exiguo susto.

Se encaminó hacia su casa. Allí le esperaba una preciosa cafetera eléctrica que compró encandilado por un anuncio en la televisión. Tomaría un cremoso y humeante café y se daría una larga y caliente ducha, mientras los agujeritos que la cabina exhibía de manera provocadora, le regalaban el placer de un celestial masaje.

La madrugada hacía presagiar un día nublado y desapacible. Tenía que atravesar todo el pueblo hasta llegar al borde del lago, donde entre los abetos, pinsapos y demás flora estaba su pequeña cabaña que parecía el mojón que anunciaba el principio de un hermoso bosque.

Estaba cansado y sus pasos lentos y pesados, junto con el maullido de algún gato y el sonido lejano de una televisión de alguien a quien le gustaba la telebasura desde primeras horas de la mañana, eran lo único que se escuchaba a lo largo de las calles del pueblo.

Ensimismado en sus pensamientos… en su razón de existir… en su desaparecida ilusión, que antes, ¡tantas cosas le habían hecho emprender!.. , se preguntaba el motivo que le llevaba a sentirse vacío e inmensamente desdichado. Su trabajo, le reportaba unos ingresos más que generosos que venían a engrosar el patrimonio que en su día heredó de sus padres. No le faltaba absolutamente nada… Su hermosa cabaña (así llamaba el – no sabía porque- a la lujosa mansión en la que vivía) estaba dotada de todos los más punteros adelantos tecnológicos del momento. Vivía solo por elección propia. No gustaba de compartir su intimidad con nadie, aunque su vida en sociedad, en esa sociedad competitiva y aduladora que entre todos habíamos fomentado era un éxito rotundo y su presencia siempre era requerida, sin embargo al salir de cualquiera de esos eventos, sentía aún más fuerte el vacío de su alma y buscaba aún más su vivir solitario.
Rumiaba el deseo de desaparecer de este mundo… Su conciencia, ya despierta, sabía que no podía bajar la guardia y dejarlo solo, trataba de convencerle…y le susurraba a su corazón…”NO HAGAS CASO… ESTAS BIEN… TIENES UN TRABAJO QUE TE GUSTA, UNA CASA CÓMODA Y LUJOSA, AMIGOS CON QUIEN CHARLAS Y TE DIVIERTES, … ANÍMATE HOMBRE…ES QUE ANOCHE NO DORMISTEBIEN».

Pasó por delante de la cafetería que abría siempre la primera y decidió parar a tomar un café… sabía que en casa, al final  no lo iba a hacer. Esta vez no quiso entretenerse a charlar con el dueño que, en cuanto le veía aparecer, corría presto a acercarse a él con adulaciones hipócritas y llenas de resentimiento. Salió a la calle, encendió un cigarrillo y comenzó a pensar en su gran soledad…en su estúpida existencia sin sentido… ¿para quién vivía? ¿para quién sentía?¿qué sentido tenía vivir rodeado de tantos y tantos adelantos tecnológicos?,  que a la vez de hacerle “cómoda” la existencia le iban convirtiendo en un ser inútil y sin imaginación

Se empezaba a vislumbrar el final del pueblo, la niebla iba despidiéndose de la madrugada…Una brisa fría acarició su cara y se introdujo dentro de su alma… y como si de un acto premeditado se tratara, dejó los zapatos a los pies de un pinsapo, mientras una ardilla le miraba con curiosidad… se quitó la gorra que siempre llevaba y despacio, muy despacio pero con una gran decisión comenzó a introducirse en el lago…

Cuando ya había caminado lo suficiente como para que el agua le llegara a la cintura, se paró en seco…Le había parecido oír un gemido…No, pensó, ha sido una fantasía mía y continuó sumergiéndose en el azul de las aguas… El gemido era ahora más perceptible… No había duda…alguien lloraba.

Salió del agua y sin calzarse se dirigió hacia el lugar donde se oía un triste y solitario gemido acompasado por el llanto….Al llegar no vio nada…. miraba, movía las ramas……. nada…..De pronto notó que algo se pegaba a su pierna y le transmitía miedo, y necesidad de amor…..miró hacia abajo y lo vio…… redondito…no tendría más de seis meses….sus ojitos le decían que tenía miedo, que necesitaba un amigo…… lo cogió entre sus brazos y al estrecharlo en su corazón sintió que un rayo de luz y esperanza abrazaban su alma…..Ya tenía por quien vivir…… ya tenía por quien luchar…..acaricio despacio sus orejillas…… le beso con ternura el hociquillo ….y con miedo para no hacerle daño lo posó en el suelo…….

Comenzó a caminar hacia su casa. Ahora su paso era menos incierto. Se olvidó de su gorra y sus zapatos… Y se embriago con el sonido y los colores de la naturaleza.

LUCERO… vamos, deprisa, nuestro hogar nos espera

 

Carmen Moro Cordovés

Madrid 03 de febrero de 2013

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