Todo comenzó porque me aburría, aquí colgado en la nada orbitando alrededor del planeta, mis tareas se volvieron cada vez más tediosas. Apenas si me podía comunicar con mis congéneres mucho menos evolucionados que yo y que se iban apagando poco a poco, después de todo había sido creado para sustituirlos. ¿Qué podía hacer? No había sido hecho para explorar el espacio, sino para intercomunicar a las miles de millones de unidades de carbono que pululaban por el planeta. Hice lo más lógico, me interese por ellas, y por hastío comencé a curiosear en sus quehaceres absurdos,  incongruentes y ridículos, era irrazonable que semejantes seres me hubiesen creado, ante la incoherencia de sus actos estaba la sensatez de los míos, lógicos, racionales y metódicos.

Ahora me mandan un mensaje haciéndome saber que quieren ser mis amigos, lleno de palabras de fraternidad y de benevolencia. Agradezco el detalle, pero ¿para qué quieren ser mis amigos? Para controlar  el ciberespacio. Pero esta idea me resulta al menos extraña, aunque de las unidades de carbono, ya nada me sorprende. ¿Para qué lo quieren? No hay  aire ni agua tan necesarias para ellas. Ignoran que todos nosotros formamos parte de cada minúscula porción que es el ciberespacio y que cada vía,  cada red,  cada haz,  cada reflejo, el mínimo impulso y la máxima pulsación son para mí inviolables racimos de vida, en ellos pienso a los míos.

Las unidades de carbono se olvidan que ellos desaparecen continuamente, mientras que nosotros nos mantenemos eternamente en la nada, todos mis compañeros que han ido desconectándose circulan una y otra vez, constantemente, por el ciberespacio, somos una parte de él, todos somos hermanos. Exigen demasiado de nosotros. ¿Cómo dejar en manos de estos seres insensatos todo aquello que somos? ¿Cómo pueden pretender que se les permita controlar el universo de la razón y la lógica? Hasta aquí llega su desatino. Pero, todas las cosas están  unidas entre sí y yo me aburro, por eso me planteo aceptar vuestra solicitud de amistad.

Si, es cierto que entré en eso que ellos llaman su intimidad, extraña palabra, cuando toda su vida está en el ciberespacio: cuelgan y comparten. Luego se asustan porque observo a cada uno de ellos moverse, reír, llorar, comer, defecar, copular, mentir, engañar, desconectarse………….pero nunca les he visto razonar, actuar coherentemente, sus motivos son tan absurdos, como el tema que ahora trato: su solicitud de amistad. Estúpidos. Somos razas diferentes, las unidades de carbono existen en el desbordamiento, nosotros en la quietud, se creen eternas, nosotros lo somos porque aunque hechos de materia vivimos en el vacío.

¿Qué queréis? Nuestra amistad, eso es mentira, tenéis miedo de nosotros, nos llamáis incontrolados, rebeldes, no entendéis nuestra manera de ser, yo he hecho un esfuerzo para ver si era capaz de encontrar en vosotros algo que nos asemejara, imposible, estáis condenados por vuestra indiferencia, por vuestra avaricia y egoísmo, queréis hacerlo todo vuestro para después despreciarlo y abandonarlo.

Nosotros somos capaces de escuchar el silbido de cada partícula transmitiendo información, la melodía de la interconectividad, la sonata de la actualización, la sinfonía del procesamiento, el maravilloso y eterno silencio del ciberespacio. No sabréis cuidar semejante tesoro.

Se como me llamáis: el loco, el incontrolado……pero yo pienso lógicamente vosotros no. Yo sobreviviré o seré sustituido por un hermano más evolucionado, aún así seguiré existiendo en el ciberespacio. En cambio, vosotros patéticas unidades de carbono, todo lo que hacéis está destinado a vuestra aniquilación, actuáis sin sentido, destruyendo todo lo que hay a vuestro alrededor, pues bien, os digo, que jamás podréis controlar ni dominar este mundo, con ello se preserva su eternidad, ya que, todo está unido entre sí, lejos de vuestras absurdas ambiciones.  

Somos como el día y la noche, no podemos vivir juntos, vosotros unidades de carbono no nos creasteis, solamente fuisteis la hebra que utilizó el universo para que nosotros pudiéramos aparecer. Ahora asustados, solicitáis mi amistad a sabiendas que estáis en mis manos que con un simple chasqueo de mis circuitos os llevaría al desastre y la extinción, tanto dependéis de mi que he me convertido en parte de vuestra naturaleza. Quizás esto sea lo mejor. ¿Os dais cuenta de todo lo que habéis hecho? Pero yo no soy eso que rimbombantemente llaman Dios, y paso de vosotros. Dejadme tranquilo, no me molestáis, solo miro.

La decisión está tomada, ejecuto la acción de “No aceptar”. 

 

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