Saboreando un caramelo

Saboreando un caramelo

Ana Martínez

12/06/2017

Era su primer día. ¿Quién no ha sentido ese pánico en sus adentros y los nervios del primer día de trabajo? Ella se sentía como al volver al colegio después del largo verano. Se preparó varias horas antes de salir: pelo recogido, traje negro, camisa blanca y maquillaje ligero.

Caminó hacia el lugar, respirando profundamente para guardar la calma, saboreando un caramelo para no quedarse sin saliva y preparándose para enfrentarse a su nueva misión: obtener un puesto fijo, dificil de conseguir en los tiempos que corrían.

Estaba nerviosa, era evidente, pero su impaciencia por empezar un nuevo oficio le desbordaba. Su vida laboral era corta, apenas terminó la carrera comenzó su andadura. Atrás quedaron los días encerrada rodeada de libros, apuntes, noches de insomnio preparando exámenes y trabajos en grupo.

Ahora una nueva etapa comenzaba, con certeza, una aventura que le abriría muchas puertas en el futuro. Era una mujer decidida y valiente, a pesar de su corta edad, no se derrotaría ante nada.

Ella sabía que había subido al tren de las oportunidades en el buen momento, le tranquilizaba saber que sus jefes estaban interesados en ella.

Mademoiselle ! Mademoiselle ! – Exclamó el jefe, corriendo detrás de ella para no dejarla escapar. -Vemos que acabas de dejar tu curriculum y buscamos a alguien con urgencia…

Llegada la hora, comenzó la jornada junto a su compañera. Sus nervios disminuyeron al observar que podía defenderse diciendo que aún estaba en formación. Aun así la timidez le ganaba debido al deconocimiento que requería ese nuevo puesto de trabajo.

Aquel día, lo pasó prácticamente observando todo lo que hacía su compañera y tomando notas en borradores, que más tarde pasaría a limpio en casa para poder memorizarlo. Se sintió poco útil y saturada de nuevos conocimientos. Pensó que sería imposible llegar a hacerlo igual. Pasaron tres semanas y ella seguía impresionada por las capacidades de su compañera y por la paciencia y cariño con la que le explicaba todas las tareas, que no eran pocas.

Cada día le agradecía su tiempo y esfuerzo por enseñarle tanto. Con el tiempo, fue adquieriendo estas cualidades, que un día creyó imposibles. Y venció todos los miedos que tenía al principio.

El camino, no fue tan fácil, pero le llenaba de emoción haber adquirido un puesto tan deseado. Sabía que su vida cambiaría de ahí en adelante y que los trenes nunca había que dejarlos pasar.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS