Son los cuerpos nacidos de la noche/
Ocultos detrás de los párpados/
Rostros perdidos de la sórdida sangre/
Como una argucia de la realidad oculta sus crímenes/ en el ropaje del mundo/
Después, en la honda noche/ la figura maldita se apodera del insomnio/
La marioneta se libera de sus hilos y pasea su horrorosa condición/ por el desierto de penas/
Después, en la honda noche/
Devora un cuerpo y ensaya/ la visión de algún mundo/ lejos/ muy lejos/
La muerte se vive en la muerte de otros ojos/
En el cuadrado agonizante de esa otra angustia/
De la desaparición de estos ojos en los otros/
Solo es la muerte cuando es el fin de lo ambiguo/
Esta concentración del brillo contenido en la ceniza/
Inmersión de la noche en la noche/ del íntimo silencio/
En la sombra del cuerpo/
Anonadamiento dentro de la mansa quietud/
Y la disolución de los hábitos del día/
Creo evocar los sonidos que trae el mar oculto/ de algún ojo/
Solo un poder devuelto de la manía de ser/
Hacerme en el desierto de dolor/
De pútridos seres abigarrados/
A la sombra/
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