Su barba y su melena expuestas al viento. Su vieja chaqueta de aviador, sus gafas protectoras y su casco de cuero. El piloto surcaba el cielo en su bimotor, rumbo noroeste, para encontrarse con el Duero.

Cuando localizó el pantano, soltó sobre él la carga vírica envuelta en plástico hidrosoluble. Esto volvería locos a los epidemiólogos.

En China recorrió en moto toda una gran ciudad, en Italia cruzó la zona norte en coche, y en España se movía a sus aires, nunca mejor dicho. ¿Qué sería lo siguiente? Portugal queda cerca, y nunca le gustó como sonaba el fado.

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