Su barba y su melena expuestas al viento canario, al sol isleño que doró su piel desde pequeño.

Se sentía libre en alta mar, sin más compañía que los delfines siguiendo la estela de su velero.

No sabía donde iba, solo salía del encierro que le hubiera matado de todos modos.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS