El ya estaría tomándose un daiquiri en el Malecón de no ser por el agobio en su mente.

El ya estaría sentado frente al mar de no ser por la nota que estaba escribiendo.

El ya estaría con los boletos en la mano contándole de maravillosos lugares de no ser por los resultados.

Solo quería una única oportunidad más antes de que se precipitaran los acontecimientos.

Mientras se pasa la soga por el cuello se termina de convencer de que ya no hay tiempo para una última aventura.

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