Él ya estaría tomándose un daiquiri en el Malecón.
Allí sería feliz.
Las olas despedían bruma y espuma, vio emerger a un ser enmascarado, con un tridente. Pensó en Neptuno. Gritaba: «Todos moriréis».
Su respiración se detuvo, de otra ola surgió otra figura: una sirena con cola de humana y cuerpo de pez, aullando:
«Yo os salvaré».
Una tercera ola le devolvió a la realidad.
Estaba sola, sin su medicación, y sin haber respondido a su jefe.
!Dios! !No había comprado la leche del bebé!
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